Autor
Ricardo López Salazar.1
Resumen
De manera usual, la pobreza alimentaria se ha concebido como un fenómeno altamente asociado a la carencia o insuficiencia de ingreso, lo cual orienta su análisis hacia la evolución y desempeño de la economía y su capacidad de generar empleos bien remunerados y con ello favorecer la distribución del ingreso, sobre todo a los estratos de la población más vulnerable. Lo anterior determina una visión altamente limitada, puesto que esta tiene un carácter más amplio y multidimensional. Por ello, en este trabajo se relaciona la pobreza alimentaria con la seguridad alimentaria y el consumo alimentario, aspectos que si bien tienen una relación con el ingreso, no se determinan de manera exclusiva por este. Concluimos que la alimentación no sólo está relacionada con la capacidad de compra de las personas o familias, sino también con el entorno económico, social y cultural de una nación o región, como lo es el crecimiento de la producción nacional de alimentos y los modelos productivos que la impulsan, además de las condicionantes nutricionales que sustentan una mejor calidad de vida. Esto significa que la pobreza alimentaria debe ser explicada tanto como un problema de acceso como de disponibilidad y consumo de alimentos.
ABSTRACT
The food poverty is conceived as a phenomenon highly associated with the lack or inadequacy of income, which focuses its analysis to the evolution and performance of the economy and its ability to generate high-paying jobs and thereby promote the distribution income, especially the most vulnerable strata of the population. This produces a highly limited vision, since, it has a broader and multidimensional. In this paper, the food poverty is related with food security and food consumption, aspects that although they have a relationship with income, are not determined exclusively by the former. We conclude that food is not only related to the purchasing power of individuals or families, but also to the economic, social and cultural environment of a nation or region, such as the growth of domestic food production and models that drive productive addition to the nutritional conditions that support a better quality of life. This means that food poverty should be explained both as a problem of access and availability and consumption.
INTRODUCCIÓN
La pobreza alimentaria se concibe como un fenómeno estrechamente relacionado con la imposibilidad de las personas de acceder a recursos económicos suficientes para poder comprar una canasta alimentaria que les permita la ingesta de los mínimos requerimientos nutricionales. En esta manera de concebir la pobreza la variable ingreso es fundamental, ya que determina quién es pobre y quién no lo es, de tal manera que las personas con recursos económicos superiores a lo que cuesta una cesta de bienes considerada como mínima superan la línea de pobreza, mientras que otros con recursos bajos e insuficientes para la compra de la misma se consideran pobres alimentarios.
Planteamos que la conceptualización anterior tiene un carácter reduccionista, puesto que la alimentación no sólo está relacionada con la capacidad de compra de las personas o familias, sino también con el entorno económico, social y cultural de una nación o región, como lo es el crecimiento de la producción nacional de alimentos y los modelos productivos que lo impulsan, además de las condicionantes nutricionales que sustentan una mejor calidad de vida. Esto significa que la pobreza alimentaria debe ser explicada tanto como un problema de acceso como de disponibilidad y consumo de alimentos.
Ciertamente, la pobreza alimentaria ha sido relacionada a nivel endógeno con aspectos educativos, el tipo de vivienda, los servicios de salud, y los tipos de empleo; aspectos que tratan de ilustrar las limitaciones del desarrollo humano que viven las familias. No obstante, una visión más integral del problema debería incorporar variables exógenas como la seguridad alimentaria y la calidad de los alimentos que consumen las personas. Aspectos que a su vez dependen tanto de las políticas nacionales como de las formas e intereses de producción de las empresas alimentarias y de los mecanismos de regulación sanitaria que establecen los organismos de salud.
El artículo se estructura de la siguiente manera: en la primera sección se analiza el significado de ser pobre alimentario desde la perspectiva del ingreso, así como del enfoque de las necesidades básicas insatisfechas y del desarrollo humano. En la segunda sección, se muestra la evolución de la pobreza por ingresos con base en la metodología de líneas de pobreza y multidimensional elaboradas por CONEVAL. En la tercera sección se revisa el concepto de seguridad alimentaria y su vínculo con la pobreza alimentaria, así como su relación con la calidad de los alimentos. Finalmente, se presentan algunas reflexiones finales.
1. LA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA POBREZA
1.1. La perspectiva del ingreso: el método de líneas de pobreza.
La conceptualización de la pobreza no es un aspecto sencillo ya que involucra la fijación y determinación de una serie de aspectos que son complejos de integrar. Sin embargo, a pesar de tal complejidad –o como producto de la misma– han surgido una serie de conceptualizaciones y metodologías orientadas a su medición que han sido bien aceptadas. Por ejemplo, el método de líneas de pobreza (MLP), que básicamente consiste en la fijación de un nivel mínimo de bienestar económico que se confronta con el ingreso promedio que percibe la persona o la familia para determinar si alcanza dicho nivel o no.
Dicho de otra manera, el MLP no es otra cosa que la determinación de un estándar de vida al que se puede acceder o no, en función del ingreso corriente de las personas. Dicho método fue fundamentalmente desarrollado por el Banco Mundial en los años ochenta, aunque en Estados Unidos y Reino Unido desde 1976 ya existían mediciones de este tipo, para que, además de proporcionar información estadística sobre la pobreza, sirviera como herramienta para la aplicación de políticas públicas a nivel gubernamental (Ravallion, 1998). Por supuesto, el MLP tiene diversas implicaciones teóricas y empíricas y vale la pena detenerse en ellas.
En particular, hay que revisar los supuestos sobre los que versa el MLP. En primer lugar, se supone que el ingreso de las personas y las familias es constante durante un determinado periodo de tiempo y que, por tanto, las decisiones de consumo se orientan a maximizar la utilidad del mismo (Ravallion, 1998; Sen, 1983). Dejando de lado las dificultades que implica “maximizar la utilidad”2, tenemos que una persona es pobre si su ingreso no es suficiente para consumir los bienes necesarios para asegurar un mínimo de supervivencia y que, por ende, se sitúa por debajo del gasto promedio que maximiza su utilidad.3
Asimismo, hay que resaltar que el MLP tiene una clara inclinación por la dimensión económica, específicamente por el aspecto monetario, para determinar quién es pobre y quién no (Reddy y Pogge, 2010). Entonces, como los consumidores son idénticos y todos buscan maximizar su bienestar de la misma manera, el ingreso monetario corriente establece el grado de alcance de las personas para consumir o no. Podemos decir que el método tiene claras influencias microeconómicas que se relacionan con la conducta del consumidor y sus expectativas hacia el futuro sobre sus niveles de ingreso y, con base en ellos, decidir cómo y cuánto consumir. Por supuesto, las implicaciones del razonamiento anterior son muchísimas, sin embargo, por no ser el tema primordial de nuestro interés, procedemos a analizar otros aspectos del método4.
Continuando con la revisión, es preciso señalar que el MLP ha sido ampliado por varios autores, entre los que resalta la aportación realizada por Foster, Greer y Thorbecke (1984), quienes señalan que existen diferencias entre la intensidad y profundidad de la pobreza, ya que es erróneo presuponer que todos los pobres son iguales. Profundizando un poco más en lo anterior, dichos autores señalan que es importante analizar o “descomponer” a la pobreza en grupos y sub-grupos que permitan diferenciar la contribución o participación de estos en la pobreza total, así como sus diferencias étnicas y geográficas, por mencionar algunas. Ante tal escenario, entonces, podemos visualizar diferentes tipos de pobreza o clasificaciones de la misma, por lo que es posible hablar de pobreza absoluta y pobreza relativa, en orden de grupos y subgrupos.
Explicitando lo dicho en líneas anteriores, una persona o una familia es pobre (pobreza absoluta) si su ingreso monetario no le permite satisfacer sus necesidades estrictas de reproducción física (medida por una cantidad mínima de calorías), vivienda, vestimenta y transporte. Además, si el ingreso monetario no le permite a esta persona o familia adquirir los bienes necesarios para su reproducción física, decimos que es indigente, o bien, que sufre de pobreza extrema (Salama, 2011).
Es preciso aclarar qué es absoluto y relativo, y entender las privaciones de manera objetiva. Como respuesta a lo anterior, según Townsend (1979) la pobreza sólo puede definirse de manera objetiva en términos de privación relativa; en otras palabras, una persona o una familia es pobre si no posee los suficientes ingresos para llevar una vida acorde a los estándares sociales en los cuales se desenvuelve5. Continuando con Townsend, este también plantea que la adopción de un concepto particular de pobreza debe adaptarse al contexto de una sociedad inmersa en constantes cambios6.
En este punto es importante resaltar el trabajo de Kakwani (1980), quien señala que el problema no es conocer si una persona es pobre o no, ya que ello es relativamente sencillo al aplicar una medición basada en criterios específicos, sino que es más importante saber la intensidad de la pobreza, ya que existen personas que se pueden considerar pobres pero pueden contar con un nivel de ingreso que se sitúe apenas por debajo de la línea de ingreso mínima, mientras que hay personas pobres que no tienen ningún tipo de ingreso. Es decir, no solamente es útil conocer los niveles de pobreza tanto absoluta como relativa, sino que es preciso conocer su intensidad (Kakwani, 1980), sus diferencias entre grupos (Foster et al, 1984) y, con ello, diferenciar las inequidades existentes entre los grupos y sub-grupos pobres (Atkinson, 1987).
A pesar de que metodológicamente es posible estar o no de acuerdo con los supuestos del MLP, el debate central sobre este se ha orientado hacia la discusión sobre la fijación de la línea o piso mínimo de bienestar. Por ejemplo, el estándar del Banco Mundial (BM) de un dólar y dos dólares al día para clasificar a quien es pobre y quien no, ha sido sumamente criticado. El corazón de tales críticas estriba precisamente en lo unidimensional y minimalista de la medición al concebir que el nivel de ingreso sea suficiente para determinar los niveles de pobreza, así como el umbral de uno y dos dólares (Reddy y Pogge, 2010).
Para cerrar esta sección, reflexionamos lo siguiente: el MLP es una herramienta interesante para la medición de la pobreza, debido a su relativa sencillez operativa y metodológica, pero no ha estado exenta de polémica y discusiones, en parte, debido a su sencillez, que en ocasiones conlleva la simplificación (en algunas ocasiones excesiva) de todos los posibles condicionantes y atenuantes que pueden estar involucrados en relación con la emergencia de la pobreza. Sin embargo, es un método útil, sobre todo cuando se incorporan las dimensiones ampliadas del método, como las medidas de desigualdad de Foster o de Kakwani, aspectos que coadyuvan al entendimiento sobre las características de la pobreza, así como las posibles medidas de política pública orientadas a su erradicación.
1.2. Índice de necesidades básicas insatisfechas.
Como bien menciona Paul Spicker en su artículo Las definiciones de pobreza: doce grupos de significados, la conceptualización de la pobreza en las ciencias sociales tiene, al menos, doce acepciones. Una de estas acepciones es la relacionada con los aspectos materiales que poseen los individuos y las familias. Así, una persona es pobre o no en función de los requerimientos materiales que necesita y que puede o no tener a su alcance. Lo interesante de la visión de Spicker et al (1999), consiste en la acepción de que la pobreza se puede entender sencillamente como una privación de algo que la población necesita (alimentos, ropa, combustible, etc.).
Claro está que al hablar de “privaciones”, en el sentido estricto de la palabra, es preciso retroceder un poco y entender que lo que le antecede a una privación en sí debería corresponder a una necesidad que de momento o de manera permanente no ha sido satisfecha. Entonces, una necesidad claramente se relaciona con lo que percibimos y sentimos y creemos se relaciona con nuestro bienestar, tanto objetivo como subjetivo. Con base en lo anterior, el índice de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) provee una mirada acerca de qué tipo de necesidades deberían ser cubiertas en una sociedad en determinado tiempo y contexto.
Entonces, sintetizando el razonamiento anterior, el NBI consiste en comparar la situación de cada hogar en materia de un grupo de necesidades especificas con una serie de normas que expresan, para cada una de ellas, el nivel mínimo debajo del cual se considera insatisfecha la necesidad. Los hogares con una o más NBI se consideran pobres, lo mismo que todos sus miembros (Boltvinik, 2000). Las necesidades consideradas tradicionalmente son: hacinamiento, vivienda inadecuada, abastecimiento inadecuado de agua, carencia o inconveniencia de servicios sanitarios para el desecho de excretas, inasistencia a escuelas primarias de los menores en edad escolar y un indicador indirecto de capacidad económica (Feres y Mancero, 2001).
Al igual que el MLP, una de las etapas complejas del NBI consiste en la determinación de las normas mínimas aceptables para considerar satisfecha o no cada una de las necesidades que componen el índice. Adicionalmente, también se debe distinguir qué tipo de necesidades le corresponden al Estado cubrir de manera parcial o total, y qué ingreso es suficiente para acceder a éstas7. No obstante, el NBI tiene diversas ventajas respecto a otros métodos, tales como:
1.- La utilización de datos provenientes de los censos y conteos nacionales, que permiten realizar de manera más o menos sencilla una aproximación geográfica y espacial de las necesidades de los hogares de un país, así como cuantificar las diferencias o similitudes en relación a las necesidades satisfechas e insatisfechas.
2.- La posibilidad de estudiar por separado la evolución de cada una de las necesidades a través del tiempo y, con ello, analizar la efectividad de las políticas implementadas para paliar ciertas necesidades básicas (Katzman, 1989).
El NIB actualmente se utiliza de manera alternativa a otras mediciones de pobreza, y también se combina con el de Líneas de Pobreza para constituirse como la base analítica del Método Integrado de Medición de la Pobreza (MIP), que es una propuesta generada a raíz de la investigación de Katzman (1989), aunque fue desarrollada también por Beccaria y Minujin (2000), así como por Boltvinik. Sin embargo, la combinación de ambos métodos en ocasiones genera una poco consistente estimación de las necesidades que no son satisfechas por el ingreso, así como de aquellas cuya satisfacción no depende exclusivamente del ingreso corriente del individuo o su familia (Boltvinik, 2000).
1.3. La perspectiva de las capacidades.
Hasta donde hemos revisado, el método de líneas de pobreza y el de NBI representan dos alternativas interesantes para primeramente conceptualizar, y posteriormente medir la pobreza. Por supuesto, como cualquier método, tienen sus fortalezas y limitaciones, ya discutidas. Ahora, una de las limitaciones que enfrentan es su incapacidad para responder a la pregunta por las principales limitaciones u obstáculos que impiden que las personas puedan desarrollarse libremente y, con ello, lograr acceder a un nivel de vida adecuado y digno. Es decir, tanto el MLP como el NBI agotan buena parte de su conceptualización al formular y limitar la pobreza, concibiéndola únicamente como una expresión de la falta de ingresos.
Es por ello que desde los años setenta, y en particular en los ochenta, se observó la necesidad de desarrollar otro concepto que pudiera responder la interrogante planteada con anterioridad, y a partir de allí diseñar estrategias concretas para superar los obstáculos que se suscitan en el combate a la pobreza. La ONU, como pionera de este esfuerzo, desarrolló el concepto de desarrollo humano, el cual tiene que ver con la expansión de las libertades y capacidades de las personas para llevar el tipo de vida que valoran y tienen razones para valorar. Ambas nociones —libertades y capacidades— son más amplias que la de las necesidades básicas (UNDP, 2011: 2).
Entonces, nos encontramos ante un concepto orientado a la subjetividad al momento de incorporar las dimensiones de las libertades y el tipo de vida que las personas desean vivir. El desarrollo humano pone a las personas desfavorecidas en el centro de su atención.
Incluimos en este grupo a las futuras generaciones, quienes deberán enfrentar las peores consecuencias de las actividades que llevamos a cabo hoy. Nos inquieta no solo lo que ocurrirá en promedio, o en el escenario más probable, sino también aquellos casos menos factibles, pero aún posibles, en particular cuando los acontecimientos son catastróficos para las personas pobres y vulnerables8(ídem).
Respecto a la medición del IDH, resalta la metodología propuesta por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Dicho índice combina tres elementos para evaluar el progreso de los países en materia de desarrollo humano: el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante, la salud y la educación; cada uno se incluye con la misma ponderación. Debido a su simplicidad y a requisición de información, generalmente disponible para su construcción, se ha convertido en el punto de referencia más utilizado para realizar comparaciones internacionales e incluso muchos países han adoptado los índices de desarrollo humano como instrumento de política y como indicador del éxito o fracaso de sus políticas nacionales (López-Calva et al, 2004).
Para sortear la subjetividad mencionada anteriormente, el Índice de Desarrollo Humano ajustado por la desigualdad permite valorar mejor los avances de todos los segmentos de la sociedad y no solo del mítico ciudadano ‘promedio’. Para medir la distribución del ingreso y otras variables, como la esperanza de vida y el nivel de escolaridad de una población nacional, el IDH-D aplica la metodología que formuló el reconocido economista británico Sir Anthony Barnes Atkinson para medir las desigualdades en salud, educación e ingresos, debido a que es más sensible que el coeficiente de Gini a las variaciones que se observan en el extremo inferior de la escala (UNDP, 2011).
En este nivel, caben por lo menos dos preguntas: ¿qué es lo novedoso del IDH? Y ¿cuál es su valía como método para cuantificar los avances en la erradicación y combate a la pobreza? Las dos interrogantes se pueden responder sucintamente, ya que lo novedoso del índice estriba en la mezcla de tres dimensiones estrechamente relacionadas con el nivel de vida de las personas, pero que no son determinadas por el ingreso debido a su independencia entre sí9.
2. LA EVOLUCIÓN DE LA POBREZA ALIMENTARIA EN MÉXICO (2000-2010)
Con la alternancia partidista en el gobierno federal después de poco más de 70 años de gobiernos emanados de un solo partido, se generó la esperanza de que la economía mexicana retomaría una senda sostenida de crecimiento y que con ello se favorecería la reducción de la pobreza. Sin embargo, la gestión y los resultados económicos de la administración de Vicente Fox no fue mejor que la de sus predecesores, puesto que en promedio la tasa de crecimiento del PIB fue cercana al dos y medio por ciento, lo cual resultó insuficiente para generar un ritmo sostenido de desarrollo y bienestar. Con dicha tasa no se alcanzó a generar el millón de empleos necesarios para ocupar a las personas que se incorporan año con año a la PEA10. Diversos factores exógenos y endógenos incidieron sensiblemente en el débil crecimiento económico. De los factores exógenos se destaca la desaceleración económica mundial que se inició en 2001, mientras que endógenamente, hasta el inicio de la década actual, el país ha sido incapaz de generar mejoras radicales en materia de competitividad que se traduzcan en una mayor generación de empleos e ingreso.
A pesar de la debilidad económica y la escasa generación de empleos del sexenio foxista, la pobreza alimentaria disminuyó de dieciocho a diez por ciento. De lo anterior surge una cuestión central que se debe clarificar: ¿cómo fue posible la reducción de la pobreza alimentaria en un ambiente caracterizado por el insuficiente crecimiento económico y la escaza generación de empleos? Según el Banco Mundial, la pobreza en México se redujo durante el sexenio de la alternancia debido al incremento en la cobertura de programas sociales, tales como Oportunidades, Contigo y la creación del Seguro popular (Banco Mundial, 2004).
Paralelamente, los precios internacionales del petróleo (una de las principales fuentes de recursos financieros del gobierno federal) experimentaron un incremento sustancial, lo que permitió incrementar el gasto de gobierno en obras de infraestructura y la canalización de mayores recursos a los estados y los municipios11. En la misma línea, la emigración y las remesas también se configuraron como soporte fundamental para reducir la pobreza12. Por ejemplo, para el año de 2002 las remesas enviadas a México alcanzaron cerca de 9.9 mil millones de dólares, colocando al país solamente detrás de la India (CESOP, 2004).
Al finalizar el sexenio de Fox, y con ello la continuación del partido de la alternancia en el poder, encabezado por Felipe Calderón, se continuó con estrategias similares para el combate a la pobreza. Así, se potenció de nueva cuenta el programa Oportunidades incrementando su cobertura a cerca de seis millones quinientas mil familias. Además, se creó, como medida de emergencia, el Programa de Apoyo Alimentario (PAL), el cual tiene una cobertura de setecientas mil familias. El segundo gobierno de alternancia, al igual que su predecesor, ha enfrentado un escenario económico complejo caracterizado por la desaceleración económica estadounidense que impactó de manera negativa en la economía nacional al grado de registrar un decrecimiento negativo del PIB para 2009.
Como resultado del mal desempeño económico y la reducción del crecimiento, así como de la pérdida de empleos en sectores exportadores como la industria electrónica, la industria automotriz y el sector manufacturero en general, los niveles de pobreza comenzaron a incrementarse a partir del 2006. Con lo cual se puede decir que buena parte los avances registrados en el combate a la pobreza generados durante un poco más de una década se han diluido en función de las últimas mediciones. Por ejemplo, la pobreza alimentaria se incrementó de diez a catorce por ciento del 2006 al 2008 (véase gráfica 1).
Gráfica 1
Evolución de la pobreza en México
Fuente: elaboración propia con información de CONEVAL, 2010.
2.1. Evolución de la pobreza alimentaria con la medición multidimensional.
Como reconocimiento de que la pobreza es un problema de múltiples aristas debido a la conjugación de aspectos sociales, económicos, políticos y culturales, en el año 2012 el CONEVAL adoptó la metodología multidimensional para medir la evolución de la pobreza. De manera particular, la nueva metodología sustituye a la anterior, que básicamente se enmarcaba en la utilización del ingreso como aspecto central de la medición. La implementación de la nueva metodología, según CONEVAL, permitirá una mejor lectura e interpretación del problema de la pobreza en dos dimensiones: la asociada con el bienestar (que depende fundamentalmente de los ingresos) y la asociada con los derechos (económicos, sociales, culturales y ambientales13).
Entonces, permite la medición de la carencia de ingreso monetario para la satisfacción de las necesidades mínimas de alimentación y de bienestar en general, además de acceso a derechos como la vivienda y sus servicios, educación, salud y el grado de cohesión social (CONEVAL, 2009). Asimismo, responde a los requerimientos de la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) para operacionalizar los derechos de las personas y garantizar el acceso al desarrollo social 14(ibíd.).
2.1.1. La pobreza multidimensional para 2008.
Respecto a los resultados ofrecidos por medición multidimensional15de la pobreza, resalta que el 44.2% de la población sufre de pobreza multidimensional , otro 33.7% sufre de pobreza multidimensional moderada, y alrededor del 10.5% se ubica en pobreza multidimensional extrema (igual a pobreza alimentaria). En cuanto a las carencias sociales reportadas, la carestía de seguridad social se ubica en la primera posición, con 64.7%; posteriormente los servicios de salud, con 40.7%; el rezago educativo, con 21.7%; el acceso a la alimentación, con 21.6%; el acceso a los servicios básicos de la vivienda, con 18.9%; y la calidad y espacios de la vivienda, con 17.5%.
2.1.2. La pobreza multidimensional para 2010.
Como resultado del compromiso del CONEVAL de realizar una medición de la pobreza de manera multidimensional, que incluya las dimensiones de bienestar y derechos contemplados en la LGDS, la institución ofrece mediciones sobre la evolución de la pobreza multidimensional cada dos años a nivel nacional y para las entidades federativas, mientras que cada cinco para los municipios (CONEVAL, 2009). Así, recientemente se publicaron los datos correspondientes a la medición de 2010, con lo cual se tienen ya dos cortes de comparación con la nueva medición.
En cuanto a los resultados, se vislumbran a alrededor de 11.7 millones de pobres extremos, que en promedio registran 3.7 carencias sociales, mientras que los pobres moderados alcanzan 40.3 millones y 2.1 carencias sociales. Adicionalmente, 32.3 millones de personas registran ingresos superiores a la Línea de Bienestar Económico (LBE)16, sin embargo registran en promedio 1.9 carencias sociales, por lo cual se les cataloga como “vulnerables por carencia social”. Por su parte, los vulnerables por ingreso alcanzan los 6.5 millones de personas17. Finalmente, sólo 21.8 millones de personas se encuentran en un estado “óptimo de bienestar”, ya que registran ingresos superiores a la LBE y no presentan carencias sociales.
En este punto, se puede comparar la evolución de la pobreza multidimensional de 2008 a 2010, ya que se cuenta con los datos suficientes. Primero, es importante notar que la pobreza multidimensional moderada se incrementó de 48.8 millones a 52 millones en el periodo. Por su parte, la pobreza extrema disminuyó solamente en 0.02% al pasar de 10.6% a 10.4%, aunque en términos absolutos se registraron 11.7 millones de pobres extremos en el periodo. De los citados pobres, en relación a las carencias, estas disminuyeron de manera significativa. En particular, mejoró el acceso a los servicios de salud, y en menor grado se mejoró el acceso a la vivienda y la seguridad social, aunque el rezago educativo prácticamente permaneció en el mismo nivel.
Es evidente que la metodología multidimensional otorga una visión más amplia de la pobreza y de sus determinantes, así como de otros aspectos relacionados con el bienestar y los derechos sociales. Sin embargo, en el futuro el reto se circunscribe a la utilización de dicha amplitud de datos en la canalización de mejores programas y políticas públicas que coadyuven a maximizar el combate a la pobreza y de las dimensiones integradas en la metodología multidimensional. De lo contrario, de nada serviría contar con mejores herramientas de medición, si estas a la par no se ven acompañadas de mejores prácticas dentro de la administración pública.
3. LA POBREZA Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
El concepto de seguridad alimentaria (SA), es uno de los más discutidos en los últimos años, debido al agravamiento en la disponibilidad de alimentos, sobre todo en los países con menores índices de desarrollo. En un inicio, el concepto se refería principalmente sólo a la disponibilidad de alimentos a nivel mundial y su consumo, factores importantes en la fluctuación entre oferta y demanda (Cumbre Mundial de Alimentación, 1974). Con el paso del tiempo, el concepto evolucionó al incorporar elementos relacionados con la calidad de los alimentos y su efecto en la salud de la gente.
La Seguridad Alimentaria y nutricional se define como el estado en el cual todas las personas gozan, en forma oportuna y permanente, de acceso físico, económico y social a los alimentos que necesitan, en cantidad y calidad para su adecuado consumo y utilización biológica, garantizándoles un estado de bienestar general que coadyuve al logro de su desarrollo. Por otro lado, la SA es fundamental para el desarrollo de una localidad, región, estado o país, y de nueva cuenta, la influencia de la SA se torna en forma multidisciplinaria.
La SA implica tanto la suficiencia como el acceso a alimentos adecuados. La disminución de la pobreza, la justicia social y la existencia de un sistema agroalimentario sustentable son condiciones esenciales para el logro de seguridad alimentaria.
La conceptualización más aceptada en la actualidad es la realizada por la Organización Mundial de la Salud (1996), y que menciona que por seguridad alimentaria debemos de entender lo siguiente: “Cuando todas las personas tienen en todo momento acceso a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para mantener una vida saludable y activa”. De tal manera que la seguridad alimentaria se basa en tres pilares fundamentales:
1.-Disponibilidad de alimentos: se refiere a que existan alimentos suficientes para alimentar a la población.
2.- Acceso a los alimentos: tener suficientes recursos para obtener alimentos apropiados y una alimentación nutritiva.
3.- Consumo humano: darle un uso apropiado a los alimentos basados en el conocimiento de la nutrición básica y cuidado, así como agua y saneamiento adecuados.
Por lo que la alimentación siempre ha jugado un papel trascendental en la vida de los seres humanos, tanto así que desde la época de Malthus se mostraba una gran preocupación por la posibilidad de la existencia de periodos de hambruna debido a la baja productividad del campo. De esta manera, no es sorprendente la existencia de una gran batería de teorías y enfoques relacionados con el tema alimentario (véase diagrama 1).
Respecto al primer pilar, hay que mencionar que la disponibilidad se encuentra estrictamente relacionada con la producción de alimentos a nivel local, regional y nacional, así como con la generación de ingresos económicos para la importación de los productos alimenticios que se demanden por parte de la población. No obstante, es importante señalar que dicha disponibilidad de alimentos se debe asociar a la calidad de los mismos y que estos deben corresponder con los patrones y la cultura alimentaria de las personas. En adición, la oferta alimentaria no solamente tiene que ser suficiente en cantidad, sino que tiene que contemplar las diferentes variedades y tipos de alimentos que son consumidos por la población, así como sus valores nutricionales.
Por otra parte, para asegurar la disponibilidad de alimentos se deben de garantizar algunos aspectos vitales, tales como: suministro de agua, incentivos eficientes para la producción, así como una correcta gestión y administración de la cadena alimentaria. Sin embargo, la disponibilidad de alimentos por sí misma no garantiza la accesibilidad de las personas a ellos, por el contrario es común que en épocas de abundancia de cosechas algunos grupos de la población no pueden ejercer su derecho a la alimentación principalmente por la falta de ingresos económicos.
Diagrama 1
Enfoques teóricos de la alimentación
Fuente: elaborado con información de Clay (2002) y Oseguera y Esparza (2009)
Por lo anterior, la generación de fuentes de empleo bien remuneradas, así como la provisión eficiente de servicios como el agua potable, el saneamiento y la ejecución ordenada y eficaz de estímulos a la producción pueden apoyar notablemente a que la disponibilidad de alimentos se traduzca en accesibilidad. De esta manera, la disponibilidad de alimentos es un fenómeno multidisciplinario en el que intervienen actores públicos y privados, por lo cual no es exclusivo ni privativo de alguna institución o grupo de personas en particular.
En referencia al segundo pilar, el acceso de las personas a los recursos adecuados (recursos a los que se tiene derecho) para adquirir alimentos apropiados y una alimentación nutritiva, cabe referir que estos derechos se definen como el conjunto de todos los grupos de productos sobre los cuales una persona puede tener dominio en virtud de acuerdos jurídicos, políticos, económicos y sociales de la comunidad en que vive (comprendidos los derechos tradicionales, como el acceso a los recursos colectivos)18. Esto plantea una serie de aspectos interrelacionados que hay que atender, como la existencia de una oferta alimentaria suficiente y sostenible y la generación de recursos e ingresos para que las personas puedan emplearlos en la compra de alimentos. Es por ello que una de las limitaciones fundamentales para el acceso a la alimentación lo representa la pobreza en su dimensión eminentemente económica. Dicho esto, la generación de empleos y la consecuente derrama económica debe de contemplarse de manera primordial.
Tener acceso a la alimentación también envuelve diversos aspectos como un entorno pacífico y seguro en el cual se pueda realizar libremente el derecho a la alimentación, así como la correcta gestión de la cadena alimentaria. De allí que es evidente la interrelación existente entre la producción y distribución de alimentos, la generación de ingresos, y la accesibilidad, por lo que es necesario la búsqueda de mecanismos consistentes y claros que regulen e impidan el establecimiento de barreras de cualquier tipo que limiten la posibilidad de las personas a acceder a la alimentación19.
En cuanto a la utilización biológica de los alimentos a través de una alimentación adecuada, también es necesario el acceso a otros satisfactores, como: agua potable, sanidad y atención médica, esto para lograr un estado de bienestar nutricional en el que se satisfagan todas las necesidades fisiológicas. Este concepto pone de relieve la importancia de los insumos no alimentarios en la seguridad alimentaria20. Por supuesto que la utilización y el consumo de los alimentos se relaciona con los hábitos, las tradiciones, las pautas y la cultura alimentaria de la población. En correspondencia, es necesario, además de respetar lo anterior, introducir y colaborar en el marco de la diversidad cultural con diferentes estrategias y mecanismos que aseguren un óptimo aprovechamiento de los alimentos.
Dicho de otra manera, se debe buscar potenciar la utilización y el consumo de alimentos bajo la premisa de que estos representan una parte vital de las oportunidades de desarrollo de las personas. Es por ello que la utilización de programas y políticas, así como la difusión de entornos y hábitos alimentarios saludables que conduzcan al consumo de alimentos a la potenciación de los niveles de nutrición y aprovechamiento de las personas, es un aspecto clave en el combate a la pobreza alimentaria y la seguridad alimentaria y nutricional21.
Bajo esta perspectiva, el concepto se relaciona con otros fenómenos, como la pobreza, los mercados, el sistema de producción agrícola y el empleo, por citar algunos. De tal manera que la seguridad alimentaria se puede vulnerar debido a la desarticulación en los sistemas nacionales e internacionales de producción de alimentos, así como por la baja en los ingresos de las personas o encarecimiento de los productos alimentarios, lo cual afecta la accesibilidad por parte del consumidor. En este escenario, la seguridad alimentaria se transforma en inseguridad alimentaria, es decir, las personas sufren de una carencia sistémica y prolongada de falta de alimentos en cantidad y calidad.
De manera más clara, existe inseguridad alimentaria cuando la disponibilidad de alimentos nutricionalmente adecuados o la capacidad de adquirirlos de manera socialmente aceptable se encuentra limitada o parece incierta para las personas (Gulliford et al. 2003; Coates et al. 2007). Por supuesto que la inseguridad alimentaria obedece a un proceso estrechamente relacionado con la pobreza y, sobre todo, con las carencias y limitaciones que se presentan en los hogares. Por ejemplo, algunas características presentes en los hogares se asocian al nivel de inseguridad alimentaria, como: la obesidad en países de bajos ingresos, y con bajos consumos de frutas y verduras22, nivel educacional de los padres, el género del jefe del hogar, el número de niños en el hogar.
La incidencia en las categorías de inseguridad cambia según la severidad de cada condición en cada grupo, por lo que la inseguridad alimentaria leve debe entenderse principalmente como un estado de estrés económico; es decir, una preocupación por la suficiente capacidad económica del hogar para cubrir las necesidades alimenticias de sus miembros23. La inseguridad mediana es un poco más severa e implica estrategias alimenticias que sacrifican la calidad y/o la cantidad de alimentos que consumen los miembros del hogar. Por último, la inseguridad grave implica una clara insuficiencia en la capacidad alimenticia del hogar, en donde no todos los miembros cuentan con una alimentación suficiente ni regular, llegando inclusive al extremo del hambre y/o a la necesidad de recurrir a estrategias extremas para conseguir alimentos.
Por lo que existe una relación directa entre la pobreza y la seguridad alimentaria que se puede vislumbrar en los siguientes niveles:
1.- La pobreza representa una privación absoluta y relativa de determinados bienes considerados como socialmente mínimos para llevar una vida digna, e indudablemente los alimentos forman parte de dichos bienes. Por esto, al presentarse pobreza en las personas o en el hogar, adicionalmente se atraviesa por inseguridad alimentaria debido a que los ingresos son insuficientes para la compra de alimentos. Sin embargo, también es preciso concebir esta relación de forma inversa y plantearnos la siguiente interrogante: si una persona o familia sufre de inseguridad alimentaria o su seguridad alimentaria se ve expuesta, ¿forzosamente habría que hablar de pobreza en el hogar o personal? Esta interrogante, creemos, puede ser respondida en dos partes. La primera de ella se aboca al análisis de la relación entre pobreza y seguridad alimentaria, de lo cual consideramos la primera tiene una influencia más determinante sobre la segunda, es decir, desde el punto de vista del acceso a la alimentación, el ingreso en suficiencia favorece en mayor grado la adquisición de alimentos y seguridad alimentaria, más que la existencia de disponibilidad de alimentos.
La segunda parte de la interrogante, creemos que debe ser respondida utilizando un enfoque sistémico, ya que por el contrario de la seguridad alimentaria, la inseguridad además de representar un fenómeno que se experimenta en el hogar o a nivel personal, también puede presentarse a nivel del sistema cuando la producción de alimentos o la compra de los mismos (en caso de no producirse en los sistemas locales o nacionales), se ven afectadas de manera importante por eventos como: las sequías, las guerras y las alzas en el precio las materias primas, entre otros, lo cual puede traducirse en un evento permanente de inseguridad alimentaria aun y cuando en los hogares o a nivel personal se posean los ingresos suficientes para la compra de alimentos.
2.- La segunda relación que bien podríamos mencionar se desprende de la primera, y se orienta a categorizar la pobreza y la seguridad alimentaria. Aunque se encuentran estrechamente relacionadas entre sí, también pueden ser fenómenos excluyentes e independientes, ya que una persona puede ser pobre e inseguro en un nivel alimentario, pero, por el contrario, una persona u hogar puede ser inseguro alimentariamente, pero no necesariamente ser pobre. A nivel de sistema, un país, una región o una ciudad pueden poseer un altísimo grado de seguridad alimentaria o sufrir de inseguridad alimentaria moderada, y al mismo tiempo albergar una gran cantidad de personas pobres o viceversa.
Con lo anterior, queremos señalar que, si bien existe una mayor probabilidad de que la pobreza determine falta de seguridad alimentaria (sobre todo por cuestiones de acceso), la seguridad alimentaria, aunque se considera como un activo que contribuye de manera significativa en la resolución de la pobreza, tampoco debe ser sobrevalorada, salvo que existan las condiciones que favorezcan el acceso a las personas a los alimentos. De otra manera, sería imposible explicar el agravamiento de fenómenos como la pobreza y la pobreza alimentaria en países en los cuales se posee alta seguridad alimentaria e inseguridad alimentaria bajas o moderadas.
En otras palabras, la seguridad alimentaria para la pobreza representa una variable de empuje, pero no de arrastre, en el sentido de que puede ayudar a reducir la pobreza pero no eliminarla debido a la presencia de otros fenómenos relacionados con el acceso, como el ingreso, que ejercen una influencia mayor sobre la pobreza que la misma seguridad alimentaria.
3.1. La pobreza y la calidad de los alimentos.
En la actualidad, las estadísticas asociadas al consumo de alimentos por parte de la OMS son realmente contundentes: en primer lugar, muestran un incremento importantísimo en la ingesta de calorías y energía por parte de las personas. En segundo lugar, se presenta el crecimiento desmedido en la obesidad y en enfermedades asociadas a ésta, tales como: la diabetes, la hipertensión arterial, las arteriosclerosis y otras enfermedades crónicas degenerativas. Los focos rojos a nivel regional que ha identificado el citado organismo se ubican en América del Norte, en lo particular en EUA y México, y en algunos países europeos.
Gracias al avance en las tecnologías asociadas a la producción de alimentos, en la era actual disponemos de una mayor cantidad de alimentos que son producidos bajo normas y procedimientos estandarizados que aseguran un mínimo aceptable de calidad e inocuidad. Nunca como hoy se había tenido un sistema alimentario mundial tan robusto y desarrollado. Sin embargo, aunque los organismos internacionales como la OMS y la FAO han señalado que la calidad de los alimentos representa un componente esencial de la seguridad alimentaria, desde nuestra perspectiva creemos que este se relación directamente con la pobreza alimentaria.
Lo anterior se muestra de manera más clara al introducir en el análisis una serie de fenómenos que se presentan en el sistema alimentario a nivel mundial, como los siguientes:
1.- Según la FAO, los alimentos considerados como más saludables (entre los que destacan los orgánicos, los hidropónicos, etc.) son aquellos que han mostrado mayores incrementos en sus precios, sobre todo durante la etapa de crisis alimentaria global que se presentó entre 2006-2010 y más aún durante 2008-2009. Este fenómeno tiene repercusiones trascendentales en la composición de la dieta de las personas, y sobre todo en la de las más pobres, las cuales sufren de una imposibilidad mayor para acceder a alimentos más saludables, que ostentan precios más altos, por lo que se opta por el consumo de alimentos baratos.
2.- Asimismo, los alimentos altos en contenido de grasas, azucares y carbohidratos, como los cereales en caja, los refrescos, el pan de caja y las botanas a base de maíz, por citar algunos, han exhibido un decrecimiento sistemático en sus precios, sobre todo, debido a la emergencia de competencia en el sector y a la reducción en algunas materias primas para su producción.
3.- De lo anterior, se desprende como resultado que, a nivel global, las personas más pobres sufren de los niveles más altos de desnutrición, obesidad y de desarrollo de enfermedades crónico-degenerativas como las ya citadas. Es decir, estamos ante la emergencia de una de las mayores paradojas de la pobreza alimentaria contemporánea que ocasiona que los pobres, al poseer dicho carácter, sufren de exclusión hacia el consumo de alimentos saludables y nutritivos debido a que sus precios son prohibitivos. Incluso ello nos conduce a afirmar que la pobreza alimentaria es un fenómeno dinámico en relación a sus causas y consecuencias, ya que en etapas anteriores esta se asociaba mayormente a desnutrición, bajos niveles de peso y a enfermedades como anemias; sin embargo, ahora, además de lo anterior, la pobreza alimentaria es sinónimo de sobre-nutrición, obesidad, diabetes e hipertensión arterial, que se consideraban hasta los años setenta como enfermedades casi exclusivas de los países desarrollados, debido al incremento en la esperanza de vida y a los cambios en los patrones de alimentación y el crecimiento del sedentarismo.
Entonces, hay que poner más atención en la calidad de los alimentos, ya que no basta el consumo de los mismos, sino que además es necesario que estos favorezcan el aprovechamiento nutricional y biológico por parte de las personas. Adicionalmente, se debe prestar mayor atención a los efectos que tiene a través del tiempo el consumo de alimentos de baja calidad nutricional, ya que muchos de los efectos negativos de ellos se observan durante periodos de tiempo relativamente amplios. Por lo que la reformulación del concepto de calidad alimentaria debería asociarse simbióticamente con el de inocuidad, es decir, un alimento debería de considerarse como de calidad si además de no provocar una alteración en la salud de la persona de manera permanente en el tiempo, adicionalmente, coadyuva a la mejora en los niveles nutricios de la misma.
De esta manera, emerge un reto de proporciones mayúsculas que puede resumirse en dos interrogantes: ¿cómo favorecer el acceso de las personas a alimentos de calidad, cuando existen periodos de hambre y hambruna en muchos países? O en otro nivel: ¿qué tipo de estrategias y accesiones se deben de implementar para favorecer el acceso y el consumo de alimentos saludables por parte de la población?
La primera interrogante representa una oportunidad para replantear la forma en cómo son concebidos los sistemas alimentarios nacionales e incluso a nivel mundial, ya que por lo visto se experimentan problemas en la provisión de alimentos en cantidad (que favorece la emergencia de fenómenos como el hambre y la hambruna) y en calidad (que favorece la emergencia de enfermedades asociadas a la mala alimentación). De esta manera, los sistemas alimentarios deberían buscar una mayor integración que reduzca los fallos, como la presencia excesiva de intermediarios, y con ello el incremento artificial en los precios. Respecto a la segunda interrogante, diremos que se puede partir de la premisa de intentar rediseñar los sistemas locales y regionales de producción de alimentos y, sobre todo, enfatizar la vinculación de todos los eslabones de la cadena alimentaria para que no existan desarticulaciones entre fases muy alejadas entre sí, como la producción y el consumo.
CONCLUSIONES
El presente artículo ha intentado vincular a la pobreza alimentaria con tres dimensiones. La primera de ellas ésta referida al ingreso; la segunda, a la seguridad alimentaria; y la tercera, a la calidad de los alimentos. De esta manera, desde nuestra perspectiva, una persona debería ser considerada como pobre alimentariamente cuando se articulan las tres dimensiones citadas. Respecto a la influencia de las dimensiones a nivel individual sobre la pobreza alimentaria, hay que mencionar que el ingreso juega un papel central en la determinación de si una persona es pobre o no, sobre todo en función de que aquello determina en buena medida la capacidad de las personas para acceder a los satisfactores considerados como mínimamente aceptados para llevar una vida digna. Sin embargo, el ingreso también puede tener una influencia menos preponderante en la pobreza si existen y se conjugan otros aspectos sociales que pueden llevar a las personas a salir de tal situación, como el acceso a programas sociales que transfieran recursos a las personas, la generación de servicios de salud y educación de buena calidad por parte de las autoridades, así como la creación y fortalecimiento de empleo y salario.
Por su parte, la seguridad alimentaria sin duda alguna se debe considerar como un componente activo en la resolución de la pobreza alimentaria, sin embargo en la realidad existen países considerados como altamente seguros en materia alimentaria, pero que también exhiben altos índices de pobreza alimentaria. Probablemente, lo anterior sea consecuencia de las metodologías utilizadas para calcular la seguridad alimentaria que fundamentalmente miden la capacidad de compra de alimentos por parte de los países con base en el PIB por habitante, lo cual ocasiona que dichas mediciones no sean del todo representativas a nivel individual y familiar, ya que el PIB por habitante tiende a homogeneizar el nivel de ingreso y por ende la capacidad de consumo, aun cuando en los países a escala territorial existen marcadas desigualdades en relación al ingreso y al consumo de alimentos. Lo anterior lleva a afirmar que, aunque la seguridad alimentaria sea una variable necesaria para combatir a la pobreza alimentaria, lo es aún más el componente del acceso a los alimentos, sobre todo en la población más vulnerable.
En cuanto a la influencia de la calidad de los alimentos sobre la pobreza alimentaria, baste decir que en las últimas décadas los alimentos considerados como más saludables a nivel nutricional son aquellos que en mayor proporción han visto incrementado su precio, posiblemente asociado al alto costo en las tecnologías de la producción como la de los hidropónicos y los orgánicos. Asimismo, puede estar asociado a la baja relativa en los precios de los alimentos de bajo contenido en fibra y nutrientes como vitaminas y minerales, así como aquellos con alto contenido de grasas y carbohidratos. Este fenómeno ha favorecido la exclusión de la población de bajo ingreso a los alimentos sanos, pero de mayor precio, y su creciente asociación al consumo de alimentos baratos pero de baja calidad.
Por tanto, creemos que la pobreza alimentaria debería evolucionar hacia una conceptualización más polisémica e integral, ya que los enfoques actuales que aquí se han analizado adolecen de explicaciones profundas sobre la causas de la pobreza alimentaria, ya que se limitan a su medición, asociándola a la falta de ingreso (líneas de pobreza), a la presencia de necesidades básicas insatisfechas debido al insuficiente ingreso para cubrirlas (NBI) o a los bajos niveles educativos, de acceso a salud y de vivienda (desarrollo humano). De esta manera, las aproximaciones anteriores ayudan a dimensionar la pobreza alimentaria, pero no permiten visualizar las posibles causas. Por lo cual, en el contexto actual, sostenemos que vislumbrar a la pobreza en las tres dimensiones anteriormente analizadas permitirá un mayor entendimiento de las causas del problema, y con ello también se favorecerá la visualización de sus posibles soluciones.
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- Profesor-Investigador de tiempo completo, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), División Multidisciplinaria Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. Email: ricardo.lopez@uacj.mx.
- La maximización de la utilidad corresponde básicamente al espectro microeconómico e involucra una serie de atributos que posee el consumidor como la racionalidad e información sobre el mercado, por mencionar algunos, sin embargo en la práctica son complicados de analizar debido a que la información que posee el consumidor sobre el mercado es limitada y la “racionalidad” también es un concepto de orden subjetivo.
- Por supuesto que el MLP involucra el desarrollo y aplicación de una serie de aspectos estadísticos y matemáticos que le den validez y confiabilidad a los cálculos, pero por no ser el objetivo de este documento, para una explicación más detallada se recomienda revisar a Sen, 1976; Ravallion, 2008; Bourguignon y Chakravarty 2003.
- Para una explicación más desarrollada acerca de lo anterior, véase a Ravallion, 2008.
- La fijación y determinación de que tipos de privaciones son las que mejor se adecuan en tiempo y espacio al contexto de una sociedad particular ha generado un intenso y notable debate entre académicos como Sen y el propio Townsend. Por ejemplo, para Sen la pobreza no es necesariamente un reflejo del número de privaciones que enfrenta un individuo o una familia, sino que esta se relaciona con la “capacidad de realización” (entendida como las herramientas que posee el individuo o familia para alcanzar las condiciones de vida mínimas aceptables) que tiene el individuo dentro de una sociedad particular.
- Es importante hacer notar que para Townsend lo relativo se vuelve objetivo si el criterio utilizado para medir la pobreza se adapta al contexto particular en el cual se desenvuelvan las personas. También hace mención de la posibilidad de que la adopción del término “relativo” y su contextualización provoquen una mayor incidencia de la pobreza ante el desfase de los criterios.
- Para una explicación más detallada, véase a Feres y Mancero, (2001).
- Por supuesto que el desarrollo humano incorpora dimensiones subjetivas y relativas, al igual que el método de línea de pobreza en su versión ampliada. Sin embargo, se diferencia en el sentido de que no acota dichas dimensiones a factores eminentemente económicos, sino a otros relacionados con el desarrollo de una sociedad particular.
- Dicha independencia se sustenta en la posibilidad de que en algunas regiones y/o países, los servicios de salud y de educación sean provistos para las personas de manera gratuita por el Estado, con lo cual la escasez de ingresos no se convierte en un determinante central para que las personas puedan acceder o no a dichos servicios.
- Los primeros tres años del sexenio encabezado por Vicente Fox se registró un déficit en la generación de empleo; no fue sino hasta el cuarto año que se generaron cerca de 318 mil empleos formales registrados ante el IMSS (Fuente: IMSS, 2006).
- La mezcla mexicana de petróleo llegó a alcanzar un precio máximo de 125 dólares por barril en los mercados internacionales, lo que provocó un excedente importante de recursos debido a que en el presupuesto de egresos de la federación el precio del barril se proyectó en 18 dólares.
- Según el Banco Mundial, además de los programas sociales, las remesas contribuyeron a reducir la pobreza, ya que, a nivel nacional, para el primer quintil de la población, es decir la población más pobre, las remesas contribuyen con el 11.2% del ingreso (Banco Mundial, 2004: 83).
- La medición unidimensional de la pobreza, que se basa fundamentalmente en la utilización del ingreso para determinar quién es pobre y quién no, es ampliamente utilizada por organizaciones como el Banco Mundial, la FAO y la CEPAL. Sin embargo, dicha medición ha sido blanco de diversas críticas que se sustentan en la fijación de la línea de pobreza en un dólar o dólar y medio al día, lo cual no corresponde con los diferentes niveles socioeconómicos de muchos países (Reedy y Pogge, 2005).
- El CONEVAL plantea que la metodología multidimensional de medición de la pobreza se debe a un esfuerzo por dejar de lado la medición unidimensional que se realizaba bajo la estimación del ingreso y la fijación de una canasta de bienes y servicios, para hacer la medición más inclusiva y profunda y que ello favorezca la implementación de mejores políticas públicas (CONEVAL, 2009).
- Según CONEVAL, una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social, y sus ingresos son insuficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades (CONEVAL, 2010:38).
- Según el CONEVAL, la LBE permite identificar a la población que no cuenta con los recursos suficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades (alimentarias y no alimentarias), (CONEVAL, 2009:40).
- La clasificación de “vulnerables por ingreso” representa un aspecto que de entrada puede sonar contradictorio, debido a que contempla a la población que obtiene recursos menores a los estipulados en la LBE, pero que al menos tienen acceso a sus derechos sociales como educación, vivienda, salud, etc. Sin embargo, probablemente el ejercicio de los derechos de los “vulnerables por ingreso” se asocie a la intervención de programas públicos como oportunidades, Contigo y otros dedicados a favorecer a poblaciones con rezagos.
- FAO, Cumbre mundial sobre la alimentación (1996).
- Tener acceso a la alimentación también envuelve diversos aspectos como un entorno pacífico y seguro en el cual se pueda realizar libremente el derecho a la alimentación, así como la correcta gestión de la cadena alimentaria. De allí que es evidente la interrelación existente entre la producción y distribución de alimentos, la generación de ingresos, y la accesibilidad, por lo que es necesario la búsqueda de mecanismos consistentes y claros que regulen e impidan el establecimiento de barreras de cualquier tipo que limiten la posibilidad de las personas a acceder a la alimentación.
- Ibíd.
- De manera central, las personas deben ser copartícipes en la utilización, consumo y aprovechamiento de los alimentos, ya que de no ser así se rompe uno de los eslabones más importantes de cualquier política que es la participación ciudadana.
- México es un país que en la actualidad representa un buen ejemplo de lo anterior, en el sentido de que existe una clara relación entre los crecientes niveles de pobreza, obesidad infantil e inseguridad alimentaria en los hogares, ya que el país ha ocupado los primeros planos en crecimiento de la pobreza alimentaria en 2008-2010 en toda América Latina, así como de obesidad infantil y adulta.
- Por ejemplo, existen diversos estudios que señalan una condición de estrés alimentario por parte de los padres o jefes de familia en aras de favorecer la alimentación de los infantes, e incluso los niños de menor edad son favorecidos en su alimentación sobre otros niños de la familia de mayor edad (Lorenzana et al. 2003).