RESUMEN
La reforma laboral de 2012 ─con apoyo de la reforma hacendaria─ fue exitosa en cuanto a la creación de empleos, la reducción de la informalidad y detener la caída de la productividad factorial total; sin embargo, precarizó el mercado laboral y no detuvo la reducción de la productividad laboral media.
Con la estimación de un modelo de regresión categórica (Haber, Strickland y Guth, 2001) demostramos que a partir de 2013.12 –justificado tanto por la maduración de la reforma laboral, como por la presencia de un cambio estructural en la tasa de condiciones críticas de ocupación–, se aprecian cambios estadísticamente significativos en las tasas medias de crecimiento de la ocupación, informalidad, condiciones críticas de ocupación y padrón de contribuyentes.
ABSTRACT
The Labor Reform of 2012 ─with the support of the Tax Reform─ was successful in terms of creating jobs, reducing informality and stopping the fall in total factor productivity. However, it precarized the labor market and did not stop the reduction in average labor productivity.
With the estimation of a categorical regression model (Haber, Strickland y Guth, 2001) we show that as of 2013.12 (justified by the maturation of the Labor Reform, as well as by the presence of structural change in the rate of critical occupation conditions), we can appreciate statistically significant changes in the average rates of growth of the occupation, informality, critical conditions of occupation and taxpayer registration.
Y denme de comer o, si no, tómense su gobierno,
que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.
Miguel de Cervantes Saavedra
INTRODUCCIÓN
Con el derrumbe económico y financiero de 1982, México inició un largo y tortuoso trayecto de reformas económicas con la intención de modernizar la estructura productiva y centrar el nuevo modelo de crecimiento en las exportaciones manufactureras, y así recuperar el crecimiento económico en un entorno globalizado.
La modernización de la economía mexicana ha consistido en un conjunto de reformas estructurales que autores como Cabrera (2015) han clasificado en tres generaciones. La primera se aplicó durante la década de los ochenta, de corte esencialmente macroeconómico y consistió en el ajuste y la estabilización y, concretamente, planteó la reducción de la inflación, la corrección de los déficits público y con el exterior20, el redimensionamiento del gobierno 21, la renegociación de la deuda externa, e integrar la economía mexicana a la globalidad a través de la apertura comercial y de la Inversión Extranjera Directa y de Cartera (Mejía y Torres, 2014).
La segunda, inició en la década de los noventa y fue tanto macroeconómica como microeconómica, se enfocó en reforzar los logros de la primera generación y avanzar en la modernización del país. Como ejemplo, se siguió el proceso de privatizaciones, se aumentó la capacidad recaudatoria a través de elevar la tasa del Impuesto al Valor Agregado del 10 al 15% y la firmó del TLCAN (Mejía y Torres, 2014)22, además de otras reformas de carácter político y legal que rebasan el objetivo de este artículo23.
La tercera la ubicamos a principios de esta década que, a diferencia de las anteriores, fue esencialmente de corte microeconómico. Tuvo el objetivo particular de aumentar sustancialmente el crecimiento potencial a partir de mejorar la eficiencia recaudatoria y el funcionamiento de mercados clave, como el financiero, el de telecomunicaciones, el energético y el laboral.
La lógica de esta última generación de reformas es simple y parte de aceptar que el bajo crecimiento del producto potencial se debía a la tendencia decreciente de la productividad factorial total (PTF) desde 1981. De suerte que al revertir esa trayectoria, la economía debía recuperar el crecimiento. La relación de causalidad era clara.
La lectura de partida fue que el empleo y la actividad informal operaban con baja productividad al no contar con acceso al crédito que les permitiera incorporar tecnología, innovaciones, capacitación y, en general, inversión fresca.
Esto es lo que explicaba que este gran segmento de la economía (que representaba alrededor del 60% de la ocupación) generara tan solo el 25% del PIB, mientras que el sector formal, con el 40% de la ocupación, generara el 75% del producto (Esquivel, 2018).
De esta manera, la formalización implicaría la modernización y la capitalización (física, humana y tecnológica) de un amplio sector económico y ello, por sí mismo, elevaría la productividad media laboral y la factorial total, estimulando el crecimiento potencial de la economía. De esta manera, se rompería el círculo vicioso de baja productividad y lento crecimiento.
En ese sentido, Levy (2010) proponía que la Ley Federal del Trabajo promovía la informalidad y la baja productividad porque imposibilitaba el trabajo flexible (Chiquiar y Ramos-Francia, 2009). Esto es muy importante, pues esta hipótesis se basaba en que los altos costos de contrato y despido inhibían a las empresas a la contratación formal y que una flexibilización del mercado laboral induciría a una formalización generalizada que aumentaría la productividad y de esa manera incrementaría la tasa de crecimiento del PIB potencial.
¿Pero era la reducción de la informalidad la mejor vía para recuperar el crecimiento económico? Los resultados disponibles no parecen demostrarlo en la medida de que el gran incremento de la ocupación formal y la reducción de la tasa de informalidad que se consiguieron desde 2013 ─contrario a lo que buscaba─ se asociaron a la caída del crecimiento del producto potencial y de la productividad laboral media, aunque es justo decir que, aparentemente, se detuvo la caída secular de la PTF. Esa combinación de resultados ha tenido por costo una alta precarización del mercado laboral.
El presente artículo ilustra este resultado a través de demostrar que en 2013.12, un año después de que iniciara la aplicación de la reforma laboral, se observó un cambio estructural particularmente en la Tasa de Condiciones Críticas de Ocupación (TCCO) (en pendiente y constante)24 y que refleja la profunda alteración del funcionamiento del mercado laboral mexicano en la medida que elevó como nunca antes la ocupación formal, pero de la misma forma aumentó todos los indicadores asociados a la precarización laboral. En efecto, creció TCCO y el porcentaje de personas que perciben hasta un salario mínimo (1SM). En suma, se formalizó de manera muy notable el empleo pero a costa de una alta precarización laboral.
Estas conclusiones se sustentan con los resultados derivados de la regresión categórica de un conjunto de variables que describen el mercado laboral y de considerar plausible que un año después de que la reforma laboral fuera aprobada, en noviembre de 2012, iniciara a dar resultados.
Este trabajo se estructura de la siguiente forma. En el primer apartado hacemos una revisión de la literatura y recuperamos los argumentos centrales de la reforma laboral y el apoyo que tuvo de la reforma hacendaria. A continuación presentamos los hechos estilizados y mostramos los cambios acontecidos en el mercado laboral como consecuencia de estas dos reformas. En la tercera sección, y como instrumento de demostración empírica, empleamos la regresión categórica que una vez que estadísticamente detectamos la fecha de cambio estructural nos permite corroborar cambios relevantes en la media de las tasas de crecimiento de las variables motivo de este análisis. Por último, presentamos las conclusiones principales y algunos comentarios finales.
1. ASPECTOS CENTRALES DE LAS REFORMAS
El inusitado crecimiento del empleo formal25 desde 2013 no es un resultado fortuito, sino que es producto de la reforma laboral que se apoyó de otras herramientas, como la Política Social y la reforma hacendaria, con el fin de aumentar el empleo, en particular, el formal.
La necesidad de reducir la informalidad se debe a que en términos generales Levy (2010) y el gobierno federal (Diario Oficial de la Federación, 2013) señalaron que este tipo de empleo deprime la productividad, por lo que es una limitante para el crecimiento económico.
Esta visión consigna una suerte de circularidad importante que explica que el alto empleo informal se explica por falta de crecimiento y este a su vez se explica por el primero. La visión prevaleciente es que al formalizar el empleo informal y con ello aumentar la seguridad social, y la capacitación, entre otras recompensas de la formalización, se incrementaría la productividad total y, por lo tanto, el crecimiento, y se rompería esa circularidad negativa. Esta hipótesis aparece explícitamente en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 (Diario Oficial de la Federación, 2013, p. 1):
La productividad de la economía en su conjunto aumentaría si los factores de producción se emplearan en aquellas empresas o actividades más eficientes. Esto sucedería, por ejemplo, si se crearan incentivos para que los trabajadores que hoy laboran en la informalidad se emplearan en el sector formal; si se canalizara el financiamiento hacia actividades y empresas con un alto retorno económico pero que hoy en día están al margen del sistema financiero; o si se estimulara un proceso de cambio estructural mediante el crecimiento de actividades e industrias de alto valor agregado y la consolidación de una economía del conocimiento.
Por su parte, la idea de que la flexibilización de contratación formal disminuiría la informalidad, incrementaría la productividad y fomentaría el crecimiento económico está presente de manera explícita en los objetivos de la exposición de motivos de la reforma laboral (SCJN, 2012).
Levy (2010) apunta que el empleo informal es resultado de los desincentivos institucionales para la formalización del empleo y propone que una vía para atenuar el problema de la informalidad es crear incentivos para la incorporación de esos trabajadores al empleo formal. Una de sus recomendaciones es la simplificación impositiva que consiguió con facilidad la formalización. En ese sentido, Rivera-Huerta, López y Mendoza (2016) reconocen la capacidad generadora de empleos, particularmente de las microempresas informales, por lo que era altamente deseable su integración (formalización) social y económica.
La reforma laboral se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 30 de noviembre de 2012 y fue la primera reforma sustancial en la materia desde la promulgación de la Ley Federal del Trabajo de 1970 (González, 2013).
La reforma laboral también buscó ampliar las formas de contratación para permitir que más jóvenes y mujeres se incorporaran al mercado laboral a partir de la adición a la ley de tres formas de contratación: a) periodos de prueba improrrogables, b) capacitación laboral26 y c) trabajo de temporada (Presidencia de la República, 2014). Asimismo, es importante mencionar que esta fue la primera vez que en la ley se incorporó específicamente la subcontratación (outsourcing)27. De acuerdo con Martínez (2019), y tal como lo apreciamos en el Cuadro 1, este tipo de contratación creció notablemente en términos absolutos y relativos.
Cuadro 1. México: outsourcing absoluto y relativo
Fuente: INEGI (2019a)
A decir de Arias et al. (2010), el mercado laboral mexicano era poco flexible y, por lo tanto, poco competitivo (Chiquiar y Ramos-Francia, 2009) y, de acuerdo con la narrativa oficial, el outsourcing podría verse como una forma de flexibilización laboral (Mejía y Torres, 2014) que elevaría la formalización.
Adicionalmente, otra de las mejoras en el marco normativo para resolver las controversias laborales se basó en la limitación del pago de los salarios caídos28, ya que anteriormente se pagaban desde el inicio del juicio hasta que se dictara sentencia, y desde entonces tienen límite de un año. Con lo anterior se buscó dar celeridad a los acuerdos y privilegiar la vía conciliatoria, de manera que las empresas pudieran reducir sus costos por conflictos laborales y así también su aversión a la contratación formal (Presidencia de la República, 2014).
Por otro lado, para reducir la informalidad era necesario que se contara con beneficios adicionales, particularmente fiscales, como lo propuso Levy (2010), y para ello en septiembre de 2014, como parte de los cambios generados por la reforma hacendaria, se aplicó el programa Crezcamos Juntos. De acuerdo con Gómez (2015), se trató de un programa integral en el que participaron diversas áreas del gobierno federal, los gobiernos de los estados y municipios y el sector privado con la finalidad de hacer atractiva la transición a la formalidad. De este modo, se estableció el Régimen de Incorporación Fiscal (RIF)29, con siete beneficios para la formalización30 que también se basaron en el acceso a financiamiento, seguridad social, servicios de salud, guarderías y sistema de pensiones, Gómez (2015).
El Régimen de Pequeños Contribuyentes (Repeco) desapareció y las personas que ingresaron al RIF, al término del plazo de los beneficios, se integraron automáticamente a un régimen que anteriormente estaba reservado a las empresas grandes. González (2013) menciona que en 2014 había 4.239.904 contribuyentes activos del RIF, que incluían a 3.886.294 contribuyentes que migraron del Repeco, lo que implicó un crecimiento de 9,09% de contribuyentes registrados durante los primeros siete meses de 2014.
2. HECHOS ESTILIZADOS
En este apartado analizamos la evolución de las principales variables del mercado laboral y la relación que guardan entre ellas para el periodo más largo disponible, que arranca en 2005.
La reforma laboral fue promulgada en noviembre de 2012 y consideramos que el tiempo de maduración; es decir, el tiempo a partir del cual comenzó a rendir frutos fue de un año31, es decir a partir de 2013.12. Para analizar y evaluar sus resultados examinamos las tasas de crecimiento promedio del PIB (Y), del producto potencial (YP)32, del número de asegurados totales al IMSS (L), del número de asegurados permanentes (LP), del número de asegurados eventuales (LE), de la tasa de informalidad laboral (TIL), de la tasa de condiciones críticas de ocupación (TCCO), del porcentaje de la población que percibe hasta 1 salario mínimo (1SM) y del porcentaje de la población que percibe cinco o más salarios mínimos (5SM). Con ello podemos dar cuenta del objetivo del artículo.
Cuadro 2 . Tasas medias de crecimiento, 2005-2017
Fuente: cálculos propios con datos de INEGI (2018a) e IMSS (2018).
Nota: tasa de crecimiento promedio geométrica . Donde n es el número de observaciones, Of es el valor de la observación final y Oi es el valor de la observación inicial.
Como apreciamos en el cuadro anterior, la reforma laboral fue exitosa al incrementar sustancialmente la tasa de contratación de empleos formales a la vez que redujo la informalidad y la tasa de crecimiento de empleos eventuales. Pero no aumentó la tasa de crecimiento del producto observado ni la del potencial; por el contrario, la redujo, por lo que aumentaron notablemente TCCO y 1SM, en claro detrimento de 5SM. Estos indicadores son los que apuntan a una elevada precarización laboral.
Uno de los resultados más relevantes de ambas reformas (Gráfico 1) fue que la creación media de L pasó de 620,669 personas en 2010-2012 a 670,237 en 2013-2018, lo que representa un crecimiento medio de 8%. En la gráfica 1 se observa una clara aceleración de la generación de empleos formales después de 2013 que no se había dado al menos desde 1997 en que hay información oficial.
Gráfico 1. Empleos formales, 1997.07-2018.06
Millones de trabajadores
Fuente: IMSS (2018).
Es muy importante resaltar que uno de los objetivos de la reforma laboral era incorporar a más mujeres al mercado laboral, porque su tasa de participación era muy baja a cualquier nivel de comparación con otros países de igual desarrollo. Sin embargo, no apreciamos cambios significativos en las tasas de participación masculina, femenina y total, Gráfico 2. Por lo que consideramos que tampoco se cumplió este objetivo.
Gráfico 2. Tasa de participación %, 2011Q1–2018Q3
Fuente: INEGI (2018a).
Nota: la tasa de participación se define como la Población Económicamente Activa como porcentaje de la Población de 15 años y más.
El gráfico 3 muestra los efectos positivos en LP, ya que su crecimiento medio anual aumentó desde 460.000 empleos antes de la Gran Recesión a 561,675 en adelante; mientras que LE redujo su dinamismo al pasar de 129.392 a 108.561 personas ocupadas.
Gráfico 3. Empleos eventuales y permanentes, 1997.07-2018.06.
Millones de trabajadores
Fuente: IMSS (2018).
Nota: permanentes eje derecho, eventuales eje izquierdo.
De esta manera, contrario a lo que se hubiera pensado, la reforma laboral no aumentó la flexibilidad, analizada a través de la relación LE/LP (Gráfico 4) en virtud de que esta relación muestra un claro aplanamiento posterior a la aplicación de la reforma. En ese sentido, el proceso de flexibilización que inició a finales de la década de 1990 y se mantuvo con mayor suavidad en la década siguiente, se detuvo abruptamente después de 2013.
Gráfico 4. Relación empleados eventuales/permanentes, % 1997.07–2018.06
Fuente: IMSS (2018).
Nota: ajuste con filtro de Hodrick-Prescott (1997).
Pero los beneficios anteriores tuvieron altos costos sociales. TCCO y TIL parecen ser las variables más afectadas por las reformas aquí analizadas. El Gráfico 5 muestra que TCCO disminuía anualmente en promedio 1,56% antes de la Gran Recesión y después de ella disminuía a una menor velocidad (0,19% en promedio). Desde que comenzó a dar frutos la reforma laboral ha incrementado 0,60% cada año. Por su parte, TIL disminuía 0,77% por año antes de la crisis y después subió en 0,051%. Después de la reforma volvió a disminuir, pero con mayor fuerza, al 0,56 % anual.
Es muy claro que después de 2013 se observa una gráfica de espejo en la medida que prácticamente hay un efecto de traspaso de TIL a TCCO. De esta manera es plausible sugerir que la reforma laboral, junto con el programa Crezcamos Juntos, fueron exitosos en reducir la informalidad laboral, pero a costa de precarizar el empleo, ver Gráfico 5. Lo anterior, en términos de Cruz (2018), representa que actualmente el 40% de la PEA subsista en condiciones cercanas a la pobreza extrema.
Gráfico 5. Tasas de informalidad laboral y de condiciones críticas de ocupación.
Datos normalizados,* 2005Q1-2018Q2
Fuente: INEGI (2018a).
* Debido a la diferencia de unidades en que se expresan ambas series, y con la finalidad de hacerlas visualmente comparables se normalizaron con el procedimiento estadístico . La zona sombreada refiere a la Gran Recesión.
Como una consecuencia natural de la evolución de estas variables, particularmente de la formalización del empleo, se incrementó como nunca la base gravable, con lo que también lo hizo la recaudación tributaria, que suplió a los ingresos petroleros que se redujeron dramáticamente desde 2012, ver Gráfico 6.
Gráfico 6. Ingresos Públicos, % PIB, 2000-2017
Fuente: SHCP (2019).
De no haber sido así, el déficit y la deuda públicos habrían crecido aún más. Aunque la estrategia de formalización logró su cometido recaudatorio33, llama poderosamente la atención que los ingresos indirectos básicamente referidos al consumo (IVA) no mostraron cambio importante en su dinámica, lo que apunta a que a pesar de que se creó mucho empleo, que también aumentó la recaudación directa (vía ISR), ese empleo esencialmente precario no ha tenido capacidad de compra.
El padrón de contribuyentes (Cont) creció en más del doble desde 2013 (Gráfico 7), lo que hizo que los ingresos tributarios alcanzaran una cifra histórica nunca antes vista. En ese sentido, ambas reformas consiguieron en muy poco tiempo lo que no lograron las múltiples reformas fiscales anteriores34.
Gráfico 7. Número de contribuyentes activos, 2010.01-2019.10
Millones de personas físicas
Fuente: SAT (2019).
El Gráfico 8 permite ver que junto con el incremento de TCCO hubo una pérdida absoluta y relativa de trabajos bien remunerados (5SM) respecto de los que perciben 1SM. En efecto, mientras que 1SM ganó 6 puntos porcentuales, 5SM perdió casi 10 puntos de la población ocupada.
Gráfico 8. Remuneración laboral como % de la población ocupada, 2005.01-2018.06
Fuente: cálculos propios con datos de INEGI (2018a).
Un análisis simple de elasticidades de las variables del mercado laboral respecto del PIB permite sintetizar los resultados hasta ahora reportados. Véase cuadro 3.
Cuadro 3. Elasticidades respecto del PIB
Fuente: cálculos propios con datos de INEGI (2018a) e IMSS (2018).
Los cambios más sustanciales que observamos son: a) el alto nivel y la gran elevación de la elasticidad del empleo con valores excepcionalmente altos (superiores a la unidad)35, b) la gran disminución de la elasticidad de los trabajadores eventuales, c) la gran reducción de la elasticidad de la informalidad y d) el consecuente alto crecimiento de las elasticidades de las variables de precarización laboral.
Todos estos resultados combinados y conjugados no se manifestaron en lo que fue el objetivo central de las reformas estructurales de tercera generación, que era aumentar la productividad laboral media (PMeL), la productividad total factorial (PTF) y, en consecuencia, el crecimiento potencial.
La altísima formalización del empleo y la creación de empleos nuevos (ambos con creciente precarización) no detuvieron la caída de PMeL que se venía observando, al menos desde 2005.01, tal como se ve en el gráfico 9.
Gráfico 9. Productividad laboral media. Índice, 2005.01=100
2005.01-2018.06
Fuente: cálculos propios con datos de INEGI (2018a) e IMSS (2018).
Nota: Productividad laboral media = IGAE/L, suavizado con filtro HP. Por la alta volatilidad el valor de 2005.01 no es exactamente igual a 100.
De igual modo, PTF no corrigió la tendencia negativa que se venía observando desde 1981, pero se atemperó entre 2013 y 2016, último dato disponible. Ver Gráfico 10.
Gráfico 10. Productividad Total de los Factores, 1970-2016
Fuente: FRED (2019).
La contabilidad del crecimiento (Gráfico 11) que hace el proyecto KLEMS (INEGI, 2019b) corrobora que desde 2012 la aportación del trabajo al crecimiento económico, además de ser muy baja, ha caído sostenidamente desde 2012. Quizá lo más preocupante es que la aportación del capital también se ha reducido.
Gráfico 11. Contabilidad del crecimiento: aporte del capital y del trabajo, tasas de crecimiento anuales, 1991-2017
Fuente: INEGI (2019b).
Recordemos que un objetivo central de la reforma laboral era incorporar parte importante del bono demográfico a la actividad productiva. En este sentido, se pensaba que la incorporación de los jóvenes al mercado laboral formal tendría efectos importantes en la productividad y en la producción.
El Gráfico 12 muestra que este sector de la población no logró incrementar su contribución al crecimiento económico36 a la vez que la contribución de los adultos con escolaridad media siguió siendo muy inestable y cayó claramente en forma tendencial pero aún más desde 2012. En cualquier caso, ninguno de estos dos grupos elevó su contribución al crecimiento económico.
Gráfico 12. Contribución del servicio laboral al crecimiento económico, 1991-2015
Fuente: INEGI (2019b).
Nota: niveles de escolaridad: baja (hasta educación básica, primaria); media (con educación de secundaria a preparatoria) y alta (educación superior, licenciaturas, ingenierías y postgrados) (INEGI, 2019b).
Como consecuencia de haber aumentado la intensidad laboral de la estructura productiva sin haber incrementado su productividad, a la vez que no aumentó la eficiencia del capital, el crecimiento (observado y potencial) cayó de manera preocupante desde 2013. Véase Gráfico 13.
Gráfico 13. Tasa de crecimiento del PIB Observado y del PIB Potencial, 2000-2017
Fuente: cálculos propios basados en Loría (2019).
Nota: el Producto Potencial se calculó con el filtro Hodrick-Prescott (1997).
3. REGRESIÓN CATEGÓRICA
Para corroborar con rigor estadístico nuestra hipótesis central, ocupamos la técnica de Regresión Categórica (Haber et al., 2001) que asigna dummies a las categorías utilizadas en el modelo37. La asignación de estas dummies es “1” en donde la categoría está presente y “0” en los otros.
La importancia de esta técnica es que permite probar la existencia de una diferencia estadísticamente significativa en la media de una variable, en este caso sobre la media de la tasa de crecimiento anualizada de las variables (ver Cuadro 4), sin considerar ningún otro elemento más allá de la presencia de los efectos de la reforma laboral (Van der Kooij et al., 2006).
Por ende, la Regresión Categórica es equivalente a un Análisis de Contraste de Medias (Camacho, 2019, p. 5) que estimamos a partir de un modelo con dos regresores: a) la constante y b) una variable .
Cuadro 4. Resultados de la regresión categórica
Fuente: cálculos propios con datos de INEGI (2018a) e IMSS (2018).
Nota: t estadística entre paréntesis.
* indica significancia estadística al 95%.
** indica significancia al 90%.
En la columna 2 del Cuadro 4 se presentan las medias de cada variable para el primer periodo y en la columna 3 del segundo. La columna 4 presenta la diferencia de la media entre los dos periodos. Es importante mencionar que la t estadística nos indica la presencia de una diferencia estadísticamente significativa entre ambos periodos, lo que es muy trascendente para nuestro análisis.
Observamos cambios estadísticamente significativos (al 95%) en 2013.12 en todas las variables ─lo que es congruente con nuestra hipótesis─ con excepción de PMeL, que solo es significativo al 90%. El cuadro 1A, en el anexo estadístico, muestra que PMeL presenta cambio estructural (en la tendencia) en 2015.12, lo que se confirma estadísticamente en el cuadro 5.
Cuadro 5. Resultados de la regresión categórica
Fuente: cálculos propios con datos de Inegi (2018a) e IMSS (2018).
Nota: t estadística entre paréntesis.
* Indica significancia estadística al 95%.
El resultado anterior implica que desde 2016.01 la media de la tasa de crecimiento de PMeL es de -0,808, lo que significa que desde entonces su caída casi se duplicó.
CONCLUSIONES Y COMENTARIOS FINALES
Las reformas que aquí llamamos de tercera generación, que se aplicaron durante 2012-2015, buscaron incrementar la productividad y así elevar el crecimiento económico. El gobierno federal (2012-2018) consideró que reducir la informalidad era un medio necesario y suficiente para elevar la productividad y el crecimiento del conjunto de la economía.
La reforma laboral, acompañada por la reforma hacendaria, elevó como nunca la generación de empleos, básicamente a partir de su formalización. Sin embargo, hasta ahora, no parece existir un vínculo directo entre la formalización laboral y el crecimiento económico, ya que aunque se crearon más puestos de trabajo formales, con la consecuente reducción de la tasa de informalidad, el crecimiento del producto (observado y el potencial) se redujo notablemente y aumentó la precarización laboral. En específico, cayó sensiblemente el porcentaje de las personas que perciben cinco o más salarios mínimos a costa del crecimiento de aquellas que perciben a lo más un salario mínimo y se elevó la tasa de condiciones críticas de ocupación.
Es claro que es más deseable una circunstancia laboral donde prevalezca el empleo formal al informal, pero la evidencia apunta a que no necesariamente la presencia de mayor formalidad estimula el crecimiento económico ni mejora las condiciones laborales, al menos no ha ocurrido hasta ahora, quizá porque no todo el empleo informal que se formalizó se volvió automáticamente más productivo, ni tampoco porque el empleo formal que ya existía también lo hiciera.
ANEXO ESTADÍSTICO
Para ubicar la fecha de corte para el análisis de la Regresión Categórica (Haber et al., 2001) aplicamos la prueba de Zivot-Andrews (1992), que conjuntamente prueba la presencia de una raíz unitaria con cambio estructural.
Cuadro 1A. Prueba Zivot-Andrews, 2005M01-2018M08
Prueba Zivot-Andrews (1992) con máximo de 4 rezagos. El periodo para IGAE, L, LE, LP, PMeL, TCCO, TIL, 1SM y 5SM es 2005M01-2018M08. Para la Tasa de Participación de los Hombres (TPH), Tasa de Participación de las Mujeres (TPM) y Tasa de Participación Total (TPT) es 2005Q1-2018Q3 y para Personas Físicas registradas en la Secretaría de Hacienda (Cont) es 2010M01-2018M10.
* Denota la presencia de raíz unitaria y cambio estructural al 95%.
** Denota la presencia de raíz unitaria y cambio estructural al 90%.
Por la naturaleza del método de Regresión Categórica, que estima la presencia de un cambio estructural con el uso de Mínimos Cuadrados Ordinarios, es necesario que las series sean estacionarias. Para tal efecto usamos las pruebas Dickey Fuller Aumentada (ADF) y Kwiatkowski-Phillips-Schmidt-Shin (KPSS). No consideramos a la prueba Phillips Perron porque Mahadeva y Robinson (2009) comentan que, por su naturaleza no paramétrica, es menos eficiente que la ADF en muestras pequeñas.
Del análisis del cuadro 2A concluimos que, con excepción de Cont y 5SM, todas las variables son estacionarias en forma evidente. Sin embargo en algunas especificaciones de la prueba ADF aparecen resultados globales que podrían indicar la presencia de una raíz unitaria, como son estos dos casos38. Para hacer una correcta lectura e interpretación de esos resultados usamos el procedimiento sugerido por Dolado, Jenkinson y Sosavilla-Rivero (Enders, 2004, p. 213), que se basa en iniciar el análisis de raíz unitaria desde la especificación menos restrictiva y en caso de que la prueba indique la presencia de una raíz unitaria, revisar la significancia estadística de la tendencia e intercepto para validar el resultado.
Al hacerlo, encontramos que en ambas variables ni la constante ni la pendiente son significativas, por lo que podemos concluir que en todos los casos tenemos variables estacionarias expresadas en sus tasas medias de crecimiento.
Cuadro 2A. Pruebas de raíz unitaria de las tasas de crecimiento anualizadas de las variables
Nota: en la prueba ADF el número de rezagos se determinó a partir del criterio de Schwartz con un máximo de 13 rezagos. ADF Ho: existe una raíz unitaria, KPSS Ho: la serie es estacionaria.
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- Sachs (1987, p. 28) menciona que en 1982 cada déficit llegó a niveles sin precedente, de alrededor del 18% del PIB.
- Este último punto se centró en la privatización y liquidación de la mayoría de las empresas paraestatales. En 1980 el 29% del sector industrial pertenecía al gobierno (Sachs, 1987, p. 11).
- Ruiz-Nápoles (2017) menciona que aunque la firma del TLCAN revistió de una gran importancia política, no logó el objetivo de acelerar la economía ni incentivar el empleo.
- Al respecto véase Aspe (1993).
- Que se detectó con la prueba Zivot-Andrews (1992), cuadro 1A del anexo.
- Consideramos a esta variable como el número total de afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS (IMSS, 2018).
- Se considera una relación de trabajo para capacitación inicial aquella en la que el trabajador “se obliga a prestar sus servicios subordinados […] con el fin de que adquiera los conocimientos o habilidades necesarios para la actividad a la que vaya a ser contratado”. Este contrato puede tener una duración máxima de 3 meses (extendiéndose a 6 meses en caso de que el puesto sea gerencial o directivo) y al finalizar el periodo, la relación puede ser concluida por el patrón si a su juicio el trabajador no muestra la competencia requerida (Diario Oficial de la Federación, 2012). Es decir, se trató de facilitar formas de contratación y de despido para las empresas.
- Que en los Censos Económicos 2004, 2009 y 2014 (INEGI, 2019a) aparece como “personal no dependiente de la razón social”.
- Se refiere a los salarios que se generan mientras dura un juicio laboral.
- Este régimen forma parte de la reforma hacendaria aprobada en octubre de 2013 y está enfocado a incrementar el número de contribuyentes, otorgando una serie de facilidades en el pago de los impuestos hasta por un periodo de 10 años con una escala decreciente de descuentos en el tiempo.
- Los incentivos eran: a) acceso a la salud y seguridad social para el dueño del negocio, sus empleados y sus familias, b) pensión para el retiro, c) acceso a créditos hipotecarios, d) descuentos en el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR) durante los primeros 10 años, e) apoyos económicos para los pequeños empresarios, f) acceso al crédito para empresas y empleados y g) acceso a programas de capacitación y productividad.
- Corroboramos estadísticamente esta hipótesis con la prueba Zivot-Andrews (1992) de raíz unitaria con cambio estructural en el intercepto y la tendencia, que indica que no se puede rechazar esta hipótesis al 95% de confianza para TCCO, ver anexo estadístico cuadro 1A. Consideramos que este cambio estructural es el más representativo del mercado laboral, porque refleja de manera condensada el empeoramiento conjunto de las condiciones laborales, en la medida que considera a las personas que se encuentran trabajando menos de 35 horas a la semana por razones ajenas a sus decisiones, más las que trabajan más de 35 horas semanales con ingresos mensuales inferiores al salario mínimo y las que laboran más de 48 horas semanales ganando hasta dos salarios mínimos. El indicador se calcula como porcentaje de la población ocupada (INEGI, 2018a).
- Calculado con el filtro Hodrick-Prescott (1997).
- De hecho, el padrón de contribuyentes presenta un cambio estructural estadísticamente significativo posterior a la reforma hacendaria, lo que verifica su éxito en ese sentido.
- Y es importante recalcar que fue sin nuevos impuestos ni con el aumento de los ya existentes, sino con mejoras en la eficiencia recaudatoria.
- Lo son en la medida que la economía mexicana con datos anuales (1970-2017) registra una elasticidad empleo del PIB de 0,49, Loría (2019). Aunque habría que advertir que esta elasticidad resulta de considerar a los empleos reportados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (INEGI, 2018b) que son distintos en nivel y evolución de los que registra el IMSS, que son los que aquí ocupamos.
- Llama la atención que históricamente y desde que existe esta variable (1991) su contribución ha sido de alrededor de 0.
- Se le conoce por el acrónimo de Catreg (Haber et al., 2001). Se estima con Mínimos Cuadrados Ordinarios (MCO) que genera estimadores MELI en virtud de que las variables estimadas son I(0). Hayashi (2000, p. 28) apunta que en estas circunstancias el estimador de MCO es lineal e insesgado y por las condiciones del Teorema de Gauss Markov, es el Mejor Estimador Linealmente Insesgado (MELI).
- Lo anterior se debe a que Enders (2004, p. 213) indica que la prueba ADF tiene poca potencia estadística para rechazar la hipótesis nula de presencia de raíz unitaria.