Artículo Volumen 13, Nº 2, 2019

Economía y felicidad: ¿importa lo que las personas entienden por felicidad?

Autor(es)

Abraham Aparicio Cabrera

Secciones

Sobre los autores

RESUMEN

El objetivo de este artículo es aportar evidencia empírica acerca de la importancia de la idea de felicidad que tienen las personas en el estudio de la relación entre los factores económicos y el nivel de felicidad autoreportado. El método empleado consistió en el análisis estadístico de correlación de los datos de la Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad, elaborada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-IIS). Los resultados del estudio permiten concluir que, aunque los factores económicos son un componente importante en la determinación de la felicidad para las personas en general, para aquellos que entienden la felicidad como placer y dinero o como esfuerzo y sacrificio, la cantidad de factores económicos que inciden sobre su nivel de felicidad se reduce.

ABSTRACT

This paper provides empirical evidence about the relevance of people’s happiness idea in the research of the relationship between economic factors and level of self-reported happiness. Through the statistical analysis of data from the National Survey of Satisfaction with Life and Society, prepared by the National Autonomous University of Mexico (UNAM), it has been found that, although economic factors are in general important for people’s happiness, for those who understand happiness as «pleasure and money» or as «effort and sacrifice», the quantity of economic factors that affect the level of happiness is reduced.

 

1. INTRODUCCIÓN

En la investigación científica en el área de la economía de la felicidad, en casi todos los trabajos empíricos no se especifica qué entienden las personas por felicidad, y se pasa de inmediato a la cuantificación y análisis estadístico del nivel de felicidad. Este artículo tiene por objetivo central aportar evidencia empírica de la importancia del referente conceptual de felicidad en el estudio de la relación entre los factores económicos y el nivel de felicidad.

Para ello, se ha utilizado la base de datos de la Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad, elaborada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-IIS, 2014). La Encuesta aplicó un total de 1200 entrevistas a personas de dieciocho años y más, todos ciudadanos mexicanos residentes en el territorio nacional al momento del levantamiento de la información. De la población total encuestada se seleccionaron dos grupos con concepciones antagónicas de felicidad: los que la identifican predominantemente con las palabras placer y dinero, y los que la entienden preferentemente como esfuerzo y sacrificio.

Los resultados del estudio demuestran que los factores económicos son un componente importante en la determinación de la felicidad de las personas en general, pero cuando se toma en cuenta el referente conceptual de felicidad, entonces la cantidad de factores económicos que inciden sobre el nivel de felicidad se reduce, en especial para aquellos que conciben la felicidad como sacrificio y esfuerzo. De lo anterior se concluye que la idea de felicidad que tienen las personas no es un elemento inocuo al momento de correlacionar variables económicas y la felicidad, lo cual sugiere la importancia de conocer lo que las personas piensan acerca de la felicidad en los estudios que tratan de la incidencia de los factores económicos sobre el nivel de felicidad.

No obstante, se reconoce que la sugerencia anterior enfrenta la problemática que representa el hecho de que puede haber tantas ideas de felicidad como personas en el mundo, por lo cual metodológicamente se suele trabajar con definiciones de felicidad ya hechas de tipo filosófico, tales como estoicismo, hedonismo u otras. En el mismo sentido, se discute la importancia de que los resultados obtenidos en estudios como el aquí presentado sean leídos tomando en cuenta las condiciones sociodemográficas de las personas, pues el contexto vivencial es fundamental en la determinación del referente conceptual de felicidad de la persona.

 

2. ESTUDIOS EMPÍRICOS Y EL REFERENTE CONCEPTUAL DE FELICIDAD

La llamada economía de la felicidad se refiere a los estudios que relacionan las variables económicas, tales como el ingreso y el consumo, con el bienestar subjetivo de las personas. Aunque la economía de la felicidad es un campo muy activo en las últimas tres décadas, algunos autores creen que es exagerado hablar de una disciplina subalterna de la economía1.

En el ámbito teórico, la economía de la felicidad se decanta más por reflexiones filosóficas acerca de la contribución de la riqueza, el consumo y el trabajo a la felicidad personal, entendida esta última de diversas maneras en función de determinadas corrientes filosóficas. Ejemplos claros de teorías que relacionan la economía con la felicidad podemos encontrarlos en las obras de Adam Smith, Jeremy Bentham o John Stuart Mill, por mencionar solo algunos2.

En el ámbito empírico, la economía de la felicidad utiliza los microdatos de encuestas que permiten llevar a cabo ejercicios estadísticos de correlación entre variables sociodemográficas y económicas, tales como el ingreso, la producción, el consumo, el desempleo, la inflación y el gasto público, con el nivel de felicidad o satisfacción con la vida que reportan los individuos3. Por ejemplo, se ha encontrado de manera recurrente que el ingreso y el consumo contribuyen a la felicidad de las personas, aunque con lo que los economistas llaman rendimientos marginales decrecientes. Sin embargo, aún estos resultados, aparentemente consensuados, son puestos en duda de manera constante provocando que el debate se mantenga activo y volviéndolo cada vez más especializado4.

Es una característica común a casi todos los trabajos en el área de la economía de la felicidad no aclarar o especificar qué se entiende por felicidad, lo cual no deja de ser algo paradójico. Caravaggio (2016) señala que antes de medir la felicidad, o de indagar respecto de la utilidad que tendría una medición de la felicidad, es más importante haber definido en forma muy precisa qué se entiende por felicidad. En este sentido, Rojas (2009) menciona que, si el objetivo de las políticas públicas es aumentar el bienestar humano, es imprescindible profundizar en los aspectos de su concepción; es decir, qué entendemos por bienestar o felicidad.

Algunos estudios trabajan con lo que Rojas (2009) llama las dos grandes tradiciones en la epistemología del bienestar. La primera tradición es la de imputación (muy utilizada en la ética y en los movimientos doctrinarios y moralistas), en la cual la felicidad es definida por filósofos o expertos, resultando irrelevante lo que la persona informe acerca de su felicidad. La segunda tradición es la de presunción, en la cual los expertos recurren a teorías, que se suponen de inicio válidas, y de ahí pasan a su corroboración a través de métodos estadísticos. En estos dos enfoques, la felicidad es definida ex ante y no por la persona, sino por un experto, situación que lleva al autor citado a preferir en la investigación acerca de la felicidad el enfoque del bienestar subjetivo que se basa en preguntarle directamente a la persona acerca de su felicidad.

Esta observación metodológica en el estudio científico de la felicidad –que podemos resumir con la siguiente frase: antes de medir el nivel de felicidad de las personas, sería adecuado preguntarles a las personas qué entienden por felicidad– no ha sido suficientemente atendida en los trabajos, estudios y encuestas más reconocidos y utilizados a nivel internacional en el estudio de la felicidad, pues es una práctica común pasar directamente a la cuantificación de la felicidad, sin antes aproximar alguna definición. A continuación, se presentan algunos ejemplos a título ilustrativo.

 

2.1. La ausencia de una definición de felicidad

Comenzamos con el multicitado y siempre bien visto ejemplo del Reino de Bután, donde se publica el Índice Nacional de Felicidad Bruta (Centre for Bhutan Studies and GNH Research, 2016). Este índice es la variable objetivo a maximizar a través de las políticas públicas, en lugar del Producto Interno Bruto (riqueza producida). Dicho índice explora la vida de cada persona en nueve dominios: bienestar psicológico, salud, educación, uso del tiempo, diversidad cultural y resiliencia, buen gobierno, vitalidad de la comunidad, diversidad ecológica y resiliencia, y estándares de vida. Sin embargo, no hay ninguna pregunta explícita para las personas encuestadas acerca de qué es la felicidad para ellos.

El Global Happiness and Well-being Policy Report (Global Council for Happiness and Wellbeing, 2019) contiene colaboraciones de grupos de trabajo de expertos sobre el tema la felicidad, y proporciona evidencia y recomendaciones de políticas sobre las mejores prácticas para promover la felicidad y el bienestar en el mundo. El capítulo introductorio del reporte más reciente, escrito por el economista Jeffrey D. Sachs, contiene un excelente resumen de por qué es importante el estudio de la felicidad y del bienestar subjetivo a nivel internacional, pero tampoco hay alguna mención al tema de las concepciones de felicidad.

El World Happiness Report (Helliwell, Layard y Sachs, 2019) es un excelente documento que presenta, además de estudios especializados, una serie histórica del estado de la felicidad mundial a través de un ranking de 156 países según lo felices que se sienten sus ciudadanos. En su edición más reciente el objeto central de estudio es cómo ha cambiado la felicidad ante la tecnología de la información, el gobierno y las normas sociales que influyen en las comunidades. Sin duda, el documento mencionado se hubiera enriquecido con una sección de lo que entienden por felicidad las comunidades estudiadas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas en inglés) publica periódicamente How’s Life?:Measuring Well-being (OECD, 2017), documento que proporciona un panorama sobre el bienestar de las personas en los países miembros y asociados de la OECD. En su edición más reciente el documento señala que la riqueza de la experiencia humana no puede captarse solo en cifras, es importante que las estadísticas que configuran la política pública reflejen tanto las condiciones materiales de vida de las personas como la calidad de sus vidas, pero no contiene un apartado que haga alusión a lo que las personas entienden por bienestar o felicidad.

The Happy Planet Index (HPI) es calculado tomando en cuenta cuatro categorías: bienestar, esperanza de vida, desigualdad y huella ecológica (Jeffrey, Wheatley y Abdallah, 2016). El concepto de bienestar no está definido, pues se limita a recopilar los datos de las encuestas de Gallup, en las que solo se pregunta a los residentes de cada país qué tan satisfechos se sienten con la vida en general, en una escala de cero a diez. A diferencia de otros índices, el HPI es dominado por los países de América Latina y de la región Asia-Pacífico por su baja huella ecológica en comparación con los países económicamente más importantes.

Finalmente, en las encuestas más usadas a nivel internacional para llevar a cabo estudios empíricos acerca del bienestar subjetivo, tales como la Encuesta Mundial de Valores5 y los sondeos de Latinobarómetro6, tampoco hay una pregunta explícita acerca de lo que las personas entienden por felicidad.

 

2.2. Estudios en busca de referentes conceptuales de felicidad

Algunos autores han tratado de poner el tema del concepto de felicidad en el centro de sus estudios. Por ejemplo, Kapoor, Rahma y Kaur (2018) llevaron a cabo un estudio acerca de la construcción del concepto de felicidad en población adolescente en la India. El estudio concluye que la felicidad es entendida por los adolescentes en la India como un resultado de los logros alcanzados en la vida, incluyendo por supuesto, lograr ser aceptados dentro de un grupo, y encontrar un propósito adecuado en la vida.

Agbo y Ome (2017) realizaron un estudio de los jóvenes Igbos7 en Nigeria, en el que concluyen que los jóvenes Igbos definen la felicidad en función de cuestiones afectivas y cognitivas tal como lo hacen otras personas en todo el mundo, lo que refuerza la universalidad de algunos aspectos de la felicidad. Sin embargo, contrariamente a las sugerencias de que las culturas no occidentales pueden asociar la felicidad con características más comunales que individualistas, los jóvenes Igbos tenían más probabilidades de ver la felicidad desde perspectivas auto-relacionadas.

El estudio de Carrillo et al. (2017) señala que las investigaciones sobre la felicidad con frecuencia se concentran en la dimensión individual de la misma, prestando poca atención a una concepción de la felicidad como un constructo multidimensional conformado por aspectos individuales y por aspectos colectivos. La dimensión colectiva de la felicidad se refiere a las relaciones afectivas, la conducta prosocial y la inversión en los demás, en la comprensión de la felicidad.

Giarrizzo y Ferrer (2015) señalan que el concepto de felicidad no está definido dentro de la economía como una categorización teórica, ya que en gran medida se asocia a nociones como bienestar (sobre todo económico), vivir bien o satisfacción de vida8. Más detallado en este sentido resulta el trabajo de Caravaggio (2016) que resumen en dos las corrientes filosóficas de las que se han valido los economistas para definir la felicidad. La primera, más bien subjetiva, es la línea hedónica, donde el bienestar depende exclusivamente de lo sensible, de la felicidad percibida, del placer. De esta línea deriva la utilidad como comúnmente se la entiende en economía, y puede asociarse al pensamiento del filósofo inglés Jeremy Bentham (que en buena medida se apoya en la filosofía griega de la Escuela Cirenaica). La segunda línea, más bien objetiva, es la línea eudaimónica. Puede pensarse a Aristóteles como el padre de esta línea filosófica, con una mirada más política, más social, donde el bienestar personal también depende del bienestar de la polis. Estas dos líneas de pensamiento filosófico tienen implicancias en la forma en que se mide la felicidad.

Complementando lo anterior, Crespo y Mesurado (2015) señalan que el problema que enfrenta la economía de la felicidad es la variedad de nociones de felicidad que se han introducido en este campo, pues las dimensiones elegidas para definir la felicidad implican una concepción específica de la humanidad, por lo que consideran que una discusión sobre el concepto apropiado de felicidad utilizado en la economía de la felicidad es altamente relevante. En este sentido, para los autores citados el término que debería usarse es el de flourishing (florecimiento), porque es una noción más completa que felicidad, bienestar subjetivo o satisfacción con la vida, pues incluye emociones positivas, compromiso, interés, significado, propósito, autoestima, optimismo, resiliencia, vitalidad, autodeterminación y relaciones positivas.

Tal vez el intento más acabado de sistematización, para fines de estudios empíricos, de las múltiples concepciones de felicidad que pueden existir (puede haber tantas definiciones de felicidad como personas en el mundo) lo encontramos en los trabajos de Mariano Rojas. En Rojas (2005), Rojas (2007) y Rojas y Vittersø (2010) se ofrece una tipología de ocho referentes conceptuales de felicidad sobre la base de una revisión de ensayos filosóficos: estoicismo (la felicidad es aceptar las cosas como son), virtud (la felicidad es un sentido de actuar correctamente en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos), disfrute (la felicidad es disfrutar de lo que uno ha logrado en la vida), carpe diem (la felicidad es aprovechar cada momento de la vida), satisfacción (la felicidad está siendo satisfecha con lo que tengo y lo que soy), utopía (la felicidad es un ideal inalcanzable al que solo podemos acercarnos), tranquilidad (la felicidad es vivir una vida tranquila, no mirando más allá de lo que es posible), cumplimiento (la felicidad está en el pleno ejercicio de nuestras capacidades).

Utilizando esa clasificación operativa de las diferentes concepciones de felicidad, Rojas (2005) demuestra que la probabilidad de abrazar un determinado referente conceptual de felicidad depende de la situación socioeconómica y demográfica de una persona. En Rojas (2007) se concluye que la influencia (fuerte o débil) del ingreso sobre la felicidad dependerá de lo que cada persona entienda por felicidad, pues en determinadas concepciones el ingreso es una variable explicativa importante, en tanto que para otras personas esa variable puede llegar a ser completamente irrelevante. Finalmente, en Rojas y Vittersø (2010) se demuestra que existe una inclinación hacia diferentes referentes conceptuales para la felicidad entre países, esta heterogeneidad en las concepciones de felicidad implica que los recursos relevantes para la felicidad pueden diferir entre culturas.

En suma, en el estudio científico de la felicidad se ha avanzado marcadamente en su cuantificación y análisis estadístico, pero no se ha prestado la suficiente atención a las implicaciones que tiene para dicho estudio científico las múltiples concepciones de felicidad. Tratando de hacer una aportación en este sentido, la siguiente sección presenta el estudio de caso de los efectos de variables económicas sobre el nivel de felicidad tomando en cuenta dos concepciones de felicidad antagónicas.

 

3. ECONOMÍA Y FELICIDAD: EL CASO DE DOS REFERENTES CONCEPTUALES DE FELICIDAD OPUESTOS

Para este estudio se utiliza la base de datos de la Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad, elaborada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM-IIS), levantada en 2014 y cuyos resultados fueron dados a conocer en mayo de 20159.

 

3.1. Nivel de felicidad y variables económicas seleccionadas

En la encuesta se pregunta: Considerando una escala del 1 al 10, donde 1 significa “nada feliz” y 10 “muy feliz”, en general, ¿qué tan feliz es usted? La distribución porcentual de la repuesta que dio la población encuestada se muestra en el Gráfico 1.

Gráfico 1. Nivel de felicidad de la población de México (distribución porcentual)

Fuente: Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

Las variables económicas seleccionadas, y su estructura porcentual, se presentan en el Cuadro 1. En términos generales, puede decirse que seis de cada diez personas encuestadas comparten las siguientes características económicas: no atravesó por algún tipo de problema grave, considera que su situación económica le ha ayudado en la vida, se siente satisfecho con su situación económica actual, y ha ayudado económicamente a familiares. Por otro lado, el 85% de los encuestados perciben ingresos de hasta 10 mil pesos mensuales, el 70% se siente satisfecho con el apoyo económico que recibe de la familia, el 50% tiene empleo, y el 40% se siente satisfecho con las oportunidades de un mejor ingreso.

Cuadro 1. Variables económicas seleccionadas para el estudio (composición porcentual)

Fuente: Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

 

3.2. Construcción de dos referentes conceptuales de felicidad opuestos

En cuanto al referente conceptual de felicidad, la encuesta puso a elección de las personas catorce palabras, para que de ellas eligieran tres. La distribución porcentual de cada una de las menciones se presenta en el Cuadro 2.

Cuadro 2. Referentes conceptuales de felicidad (porcentaje)

Fuente: Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

Se procedió a dividir al total de la población encuestada en dos grupos con el objetivo de enfrentar dos concepciones antagónicas: por un lado, felicidad identificada predominantemente con las palabras placer y dinero, y por el otro, felicidad entendida preferentemente como esfuerzo y sacrifico. Para ubicar a cada una de las personas encuestadas en alguno de los dos grupos se procedió de la siguiente manera:

a. Se asignó un valor de menos uno (-1) a las palabras sacrificio y esfuerzo, un valor de uno (1) a las palabras placer y dinero, y un valor de cero (0) a las palabras restantes.

b. Una vez hecho lo anterior, se tomó el promedio simple de las tres menciones que hicieron las personas encuestadas, de modo que solo es posible obtener, como resultado neto para cada encuestado, uno de los valores siguientes: 2, 1, 0, -1 y -2.

c. Por último, el número total de casos (N=1,200) se agrupó en tres categorías: valores positivos (1 y 2) para las personas que predominantemente identifican la felicidad con las palabras dinero y placer; valores negativos (-1 y -2) para las personas que identifican la felicidad de manera preponderante con las palabras esfuerzo y sacrificio; y el valor de cero, que aglutina a todos los demás casos restantes.

El Cuadro 3 resume los resultados de este ejercicio de clasificación de la población de acuerdo con su referente conceptual de felicidad.

Cuadro 3. Construcción de dos referentes conceptuales de felicidad extremos

10.

Fuente: elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

Como pude observarse, el 23,4% de la población encuestada identifica la felicidad predominantemente como esfuerzo y sacrificio, en tanto que el 17,1% concibe la felicidad básicamente como dinero y placer. Esta separación de la población en dos grupos opuestos, de acuerdo con su referente conceptual de felicidad, será de utilidad para verificar si la influencia de los factores económicos sobre el nivel de felicidad se modifica o no en función de la idea de felicidad que tenga el individuo.

 

3.3. Resultados y discusión

El Cuadro 4 muestra los resultados de un ejercicio estadístico de correlación entre las variables económicas y el nivel de felicidad reportado por los individuos encuestados, tomando en cuenta tres grupos: todos los encuestados, los que entienden la felicidad como sacrificio y esfuerzo, y los que identifican la felicidad con placer y dinero. Todas las correlaciones que resultaron estadísticamente significativas tienen el signo correcto teóricamente esperado.

Cuadro 4. Coeficientes de correlación entre variables económicas y felicidad

Fuente: elaboración propia con datos de Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

 

3.3.1. Población en general

Para la población total, los problemas económicos graves reducen la felicidad. Si la persona considera que su situación económica le ha ayudado en la vida, si está satisfecha con el apoyo económico que recibe de su familia, si está satisfecha con su situación económica y/o si está satisfecha con las oportunidades para lograr un mejor ingreso en donde vive, entonces su nivel de felicidad tiende a incrementarse.

Igualmente, cuando la persona ha ayudado económicamente a familiares su nivel de felicidad es mayor. En cuanto al tema del desempleo, existe una relación positiva entre la felicidad y el hecho de tener un empleo, sin embargo, esta relación positiva deja de ser estadísticamente significativa cuando se elimina el efecto de algunas variables sociodemográficas, tales como sexo, edad, nivel de escolaridad y estado civil. Finalmente, no existe una correlación lineal entre la felicidad y el ingreso mensual. En suma, de los ocho factores económicos tomados en cuenta, siete resultaron tener algún tipo de incidencia estadísticamente significativa sobre la felicidad de las personas.

 

3.3.2. Felicidad entendida predominantemente como sacrificio y esfuerzo

Para aquellos que identifican la felicidad predominantemente con las palabras sacrificio y esfuerzo se observó que únicamente tres variables económicas tienen incidencia, estadísticamente significativa, sobre la felicidad. En específico, hay una relación positiva entre la felicidad y el apoyo económico que recibe de la familia, la satisfacción con la situación económica personal y la satisfacción con las oportunidades para lograr un mejor ingreso.

 

3.3.3. Felicidad entendida predominantemente como placer y dinero

Para aquellas personas que tienen un referente conceptual de felicidad identificado con las palabras placer y dinero, fueron cuatro los factores económicos que tuvieron algún tipo de incidencia, estadísticamente significativa, sobre su nivel de felicidad: situación económica como ayuda en la vida, apoyo económico recibido de la familia, satisfacción con la situación económica y haber brindado apoyo económico a familiares.

 

3.4. Discusión

De los resultados obtenidos se desprende que, del total de ocho factores económicos considerados en el ejercicio, únicamente dos –la satisfacción con el apoyo económico que recibe la persona de la familia y la satisfacción con su situación económica– inciden (positivamente) tanto en la población total como en los dos grupos con referentes conceptuales de felicidad antagónicos. Esto genera indicios de que recibir ayuda económica y la satisfacción con la situación económica son dos factores económicos universales de la felicidad, independientemente de lo que cada persona crea que es la felicidad.

Por otro lado, existen dos factores económicos –los problemas económicos y tener empleo– que inciden (negativa y positivamente, de manera respectiva) sobre la felicidad de las personas cuando se toma a la población en general, pero esa incidencia se pierde cuando el individuo tiene una idea de la felicidad ya sea de sacrificio y esfuerzo o de placer y dinero. Este resultado sugiere que el tipo de referente conceptual de felicidad puede llegar a modificar el efecto de algunos factores económicos sobre el nivel de la felicidad de las personas.

La situación económica como una ayuda en la vida y el hecho de ayudar económicamente a familiares son dos factores económicos que inciden sobre el nivel de felicidad de la población en general y de las personas que entienden la felicidad como placer y sacrificio, pero no así sobre el nivel de felicidad de aquellos que identifican la felicidad predominantemente como sacrifico y esfuerzo. Este hallazgo merece una reflexión puntual que se hace a continuación.

En la literatura sobre el tema del bienestar subjetivo prácticamente hay acuerdo unánime en que el altruismo, entendido como “lo contrario al comportamiento egoísta e individualista, cerrado sobre sí mismo o insensible ante las necesidades y sufrimiento de los demás” (Oviedo, 2016, pp. 174-175), contribuye de manera positiva sobre la felicidad11, y los resultados de este ejercicio empírico está en esa línea. Sin embargo, resulta desconcertante que para las personas que enfocan la felicidad como sacrificio y esfuerzo, cuando ayudan económicamente a familiares –es decir, cuando se sacrifican por la familia– su nivel de felicidad no se incremente. Una hipótesis que pudiera explicar este resultado es que hay un fuerte componente egoísta en la idea de felicidad como sacrificio y esfuerzo que puede resumirse en la siguiente frase: “me hace feliz el sacrificio y el esfuerzo, siempre y cuando sus frutos sean para mí, no para los demás”12.

Otro resultado interesante es el siguiente: la satisfacción con las oportunidades para lograr un mejor ingreso en el lugar donde se vive, en general, aumenta el nivel de felicidad, pero no así en el caso de aquellos que conciben la felicidad como placer y dinero. Intuitivamente, es de suponerse que no fuera así, pues la expectativa de un mejor ingreso debería ser un elemento que contribuyera a la felicidad de alguien que cree que la felicidad es sinónimo de dinero. El planteamiento de una hipótesis razonable para explicar este hallazgo es un reto que rebasa los límites del presente artículo, por lo que se deja para futuros trabajos de investigación.

El resultado de una nula correlación lineal entre el ingreso y la felicidad no es algo sorprendente, pues ya se había mencionado que la relación entre el ingreso y el nivel de felicidad ha sido el tema más estudiado de manera empírica, y que los resultados han sido ambiguos, pero en general se reconoce un efecto positivo, marginalmente decreciente, del ingreso sobre la felicidad, es decir, una correlación no lineal entre ambas variables.

Finalmente, es necesario hacer tres comentarios de orden metodológico. Primero, resulta obvio que, a diferencia de lo que ocurre en la mente del filósofo, en la vida práctica las personas no tienen concepciones puras de felicidad, ya que suelen mezclar conceptos muy diversos, desconectados e incluso contradictorios (por ejemplo, sacrificio y placer) en su idea global de lo que es la felicidad. Esto hace necesaria una reflexión acerca de la pertinencia de utilizar preconcepciones de felicidad de tipo filosófico, tales como estoicismo, hedonismo u otras. En este sentido, lo mejor sería utilizar preferentemente una metodología que permita al individuo expresar de la manera más libre y amplia posible su concepto de felicidad. Sin embargo, lo anterior resulta casi imposible de llevar a cabo en la práctica, por dos razones: a) porque cada cabeza puede tener una idea diferente de felicidad, y b) porque las encuestas serias normalmente cuentan con muestras grandes. Por lo anterior, es mucho más práctico trabajar agrupando a los encuestados en definiciones ya hechas de felicidad, como lo ilustran los estudios ya citados de Mariano Rojas, que ganan en sistematización, pero restringen lo que la persona tiene que decirnos acerca de su idea de felicidad.

Segundo, es necesario reconocer que hay elementos (económicos y no económicos) que podríamos llamar universales en la concepción de felicidad de las personas, tales como alegría, amor y familia, palabras que fueron mencionadas en su primera opción por el 75.3% de los encuestados. No obstante, estos universales también deben ser tomados con precaución al momento del análisis, pues sucede lo mismo que con el concepto de felicidad, ya que el amor es entendido de muchas formas según cada persona.

Tercero, para una mejor comprensión de la relación entre la economía y la felicidad, es necesario que los resultados obtenidos en estudios como el aquí presentado sean leídos tomando en cuenta las condiciones sociodemográficas de las personas, pues como bien se plantea en Rojas (2005), Rojas (2007) y Rojas y Vittersø (2010), el contexto vivencial es fundamental en la determinación del referente conceptual de felicidad de la persona. Atendiendo este punto, el Cuadro 5 muestra la estructura porcentual de indicadores sociodemográficos, así como el nivel promedio de felicidad de las personas encuestadas, clasificadas de acuerdo con los dos referentes conceptuales de felicidad que hemos construido.

Cuadro 5. Estructura porcentual y nivel medio de felicidad de las personas de acuerdo con su referente conceptual de felicidad

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad (Saviso/UNAM-IIS, 2014).

Ahí podemos que ver del total de personas que concibe la felicidad como placer y dinero el 8,8% tiene posgrado como nivel de escolaridad, contra solo el 2,4% del total de quienes identifican la felicidad como sacrificio y esfuerzo, aunque ambos grupos tienen prácticamente el mismo nivel de felicidad (9,13 y 9,15, respectivamente). El estudio del cruce de indicadores sociodemográficos, nivel de felicidad y referente conceptual de felicidad es un ejercicio que, por su amplitud y complejidad, amerita futuros trabajos de investigación.

 

4. CONCLUSIÓN

La conclusión que podemos extraer del análisis realizado en este artículo es que, en general, los factores económicos son un componente importante en la determinación de la felicidad de las personas (siete factores, de un total de ocho, resultaron estadísticamente significativos), pero cuando tomamos en cuenta el referente conceptual de felicidad de las personas, entonces disminuye la cantidad de factores económicos que inciden sobre el nivel de felicidad. En el caso concreto de la población que identifica la felicidad como placer y dinero la importancia de los factores económicos se reduce (solo cuatro factores resultaron estadísticamente significativos), y se reduce todavía más para el caso de aquellos que conciben la felicidad como sacrificio y esfuerzo (solo tres factores resultaron estadísticamente significativos). Así pues, el referente conceptual de felicidad es un elemento que modifica la incidencia de los factores económicos sobre el nivel de felicidad de las personas. En suma, la idea de felicidad que tienen las personas no es un elemento inocuo al momento de correlacionar variables económicas y la felicidad.

 

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Seminario Satisfacción Subjetiva con la Vida y la Sociedad (Saviso) / Universidad Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales (2014). Encuesta Nacional de Satisfacción con la Vida y la Sociedad. México: UNAM.

  1. Por ejemplo, Giarrizzo y Ferrer (2015, pp. 83-84) señalan que si bien a simple vista parecieran existir elementos históricos de la teoría de la ciencia que justifican la adopción de la economía de la felicidad como una disciplina subalterna, lo que en realidad se demuestra es que existe un amplio desarrollo, con distintas metodologías y diversas conceptualizaciones, pero que no son suficientes para delimitar una disciplina científica, y mucho menos un campo de investigación definido a partir de la economía.
  2. Sobre este punto véase cualquier libro de historia del pensamiento económico. Uno muy útil es el de Roncaglia (2006)
  3. En Layard (2005) y Aparicio (2016) pueden encontrarse resúmenes de los resultados de múltiples estudios empíricos.
  4. Ferrer-i-Carbonell (2011, p. 3) señala que: “[…] la evidencia empírica de que los ingresos tienen un papel muy reducido cuando se trata de explicar la felicidad subjetiva, ha generado un considerable volumen de debate entre los economistas, que en general consideran los ingresos como uno de los motivos principales que guían las decisiones de los individuos. Los economistas […] explican esta aparente contradicción alegando la importancia de los ingresos de referencia cuando se trata de determinar la propia felicidad –es decir, que los individuos valoran sus ingresos en términos relativos–. La mayor parte de la evidencia empírica actual indica que, efectivamente, los individuos juzgan la calidad de su vida comparando su situación personal con un grupo de individuos relevantes (su grupo de referencia), por lo que un crecimiento económico distribuido de forma igualitaria tiene poco impacto en la felicidad declarada”
  5. La Encuesta Mundial de Valores es un proyecto llevado a cabo por una red mundial de científicos sociales quienes, desde 1981, han realizado seis oleadas (levantamientos) de la Encuesta (1981-1984, 1990-1994, 1995-1998, 1999-2004, 2005-2009 y 2010-2014) en casi 100 países, con el propósito de explorar los valores y opiniones de la gente, cómo cambian con el tiempo y cuál impacto social y político podrían tener. Véase http://www.worldvaluessurvey.org/wvs.jsp
  6. La Encuesta Latinobarómetro es un estudio de opinión pública que aplica anualmente alrededor de 20 mil entrevistas en dieciocho países de América Latina. El primer levantamiento de la Encuesta se realizó en 1995 cubriendo ocho países de la región, en los levantamientos dos a ocho la muestra se amplió a un conjunto de dieciocho países, incluyendo a España, y para los levantamientos nueve a veinte al conjunto de países ya cubierto se agregó República Dominicana. En los veinte levantamientos que se han hecho de la Encuesta Latinobarómetro entre 1995 y 2017 se han realizado 410.982 entrevistas. Véase http://www.latinobarometro.org/lat.jsp
  7. Los Igbos constituyen el tercer grupo étnico más grande de Nigeria, ocupan predominantemente la parte sureste del país.
  8. Para una breve revisión histórica reciente de la forma en que la economía abordó el concepto de felicidad en un principio y cómo se convirtió en utilidad véase Charles-Leija, Aboites y Llamas (2018).
  9. La Encuesta permite generar estimaciones aplicables al comportamiento de la totalidad de la población de interés (universo), que fue aquella compuesta por personas de 18 años y mayores, ciudadanos mexicanos residentes en el territorio nacional al momento del levantamiento de la información. Se manejó un tamaño de muestra suficiente para poder analizar los resultados de forma tanto nacional como regional: zona norte (Baja California, Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Nayarit, Durango y Zacatecas); zona centro (Jalisco, Colima, Michoacán, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro, San Luis Potosí, Hidalgo, Tlaxcala, Puebla y Morelos); zona sur-sureste (Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo); y Zona Metropolitana de la Ciudad de México (Distrito Federal y al Estado de México). Se realizaron 1.200 entrevistas (300 casos en cada una de las 4 regiones) del 12 de mayo al 14 de junio de 2014. El margen de error para la totalidad de la muestra es de +/- 2.8, considerando un 95% de nivel de confianza.
  10. Las doce opciones restantes son: Alegría, Amor, Autonomía, Reconocimiento, Religión, Familia, Solidaridad, Tranquilidad, Amigos, Logros, Otra palabra y No Sabe/No Contesta.
  11. En Oviedo (2016) se resume una gran cantidad de estudios teóricos, empíricos y experimentales que se han llevado a cabo, desde las perspectivas de la antropología, la filosofía, la (socio)biología, la psicología, las neurociencias, la economía y la psiquiatría, para encontrar los determinantes de la conducta humana del altruismo. Algunos de esos estudios ilustran claramente la correlación positiva entre el altruismo y la felicidad.
  12. Martínez (2017) señala que, en último análisis, la felicidad es un sentimiento pero necesariamente asociado a un tipo de obrar, y fue el cristianismo la primera tradición filosófico-teológica que puso al altruismo en un lugar central de la concepción de la felicidad. En el cristianismo, la felicidad de la persona no se logra en el aislamiento, sino en la buena convivencia social (incluyendo a las y a los religiosos de clausura: obras buenas entre ellos), postura radicalmente opuesta, por ejemplo, al budismo donde la felicidad se alcanza en un aislamiento del mundo, que en palabras de Schopenhauer (2015) es la “negación de la voluntad de vivir”.